Oscurece en Buenos Aires. Se acercan las siete de la tarde y a la Avenida Elcano se la ve bastante transitada en un jueves otoñal de mediados de abril. Claro, la expresión “bastante transitada” se encuentra contextualizada dentro la cuarentena obligatoria que rige en el país desde marzo, ya que, comparados a lo que fueron aquellas tardes convencionales, la circulación de vehículos y gente de a pie es considerablemente más baja.
A cara rigurosamente tapada, los vecinos realizan sus compras en los negocios abiertos de la avenida. Entre Zapiola y Álvarez Thomas, el comercio abocado al rubro gastronómico es abundante, hecho que le confiere al panorama colegialense un movimiento interesante, salvando las diferencias, desde luego, con las épocas pre-pandemia.
En la esquina de Elcano y Zapiola, se inaugura la fila de los aspirantes a ingresar al Supermercado Coto, que llega hasta poco antes de mitad de cuadra, en dirección a Ramón Freire. Se trata de un muestrario que refleja que, en general, cada comercio de la zona, posee su propio grupito de clientes que aguardan ser atendidos. Se respeta la distancia prudencial de persona a persona y el tapa-bocas ordenado por el gobierno de la Ciudad.
El contraste es notorio. Mientras los locales afines al rubro alimenticio y farmacias, por ejemplo, se hallan en plena labor, en los negocios no exceptuados predomina la oscuridad y sus puertas están cerradas. Y hasta hay firmas que, pareciera, bajaron la persiana definitivamente. Es el caso de una sucursal de Tienda de Café, ubicada en la intersección de Elcano y Conde; o de un Supermercado Día –en la misma avenida, entre Zapiola y Freire- donde el cartel de una inmobiliaria y el letrero de alquiler, cuelga en lo alto.
Enfrente, en diagonal, en un negocio que vende alimentos e insumos para mascotas (inclusive animales como peces y hamsters) también se trabaja: es uno de los tantos locales de la cadena Puppi’s. El paso de la gente hacia el interior, no obstante, está restringido. Una nota en el suelo, junto a la puerta de acceso, dice: “Espere acá”. Además, pegado a un tacho de basura colocado en la vereda, otro letrero afirma que “el uso del tapabocas es obligatorio” y que “espere acá y será atendido”. A unos centímetros, escrito con tiza en una pizarra, se observan las mismas indicaciones.
En diagonal a Tienda de Café hay otra cafetería cerrada en forma definitiva, aunque lejos de responsabilizar a la cuarentena, cabe aclarar, que no fue ésta la causante, sino que el cierre se produjo hace varios meses.
La realidad de Ricapasta
De las cuatro esquinas de Elcano y Superí, tres están ocupadas por comercios ligados al consumo de alimentos y bebidas. Con unos cuantos años en el barrio, la fábrica de pastas Ricapasta es uno de estos comercios. Su propietario, Carlos Lema, trabaja a la par del personal en la atención al público, siendo el sector de la caja, en donde transcurre su mayor actividad. En diálogo con este medio, señala: “Estamos viviendo una etapa rara. Mientras que las ventas en el mostrador disminuyeron, hubo un importante aumento en lo que respecta al delivery”. Lema indica que en la modalidad reparto, el consumo se triplicó. “Llama mucha gente que no puede salir de la casa, nos piden que les llevemos la comida y hasta nos pasan los números de la tarjeta por teléfono. Nosotros tenemos una clientela de años, así que si existe esa confianza, no les hacemos problema y entregamos el pedido a domicilio…”
Una de las ventajas que este sector de Colegiales tiene en relación a otros, es que la demanda está respaldada por vecinos del barrio, y no por empleados de empresas que en tiempos de cuarentena trabajan desde sus hogares, en otros barrios. Ese pudo haber resultado un factor clave, que contribuyó a que el consumo no perdiera la dura batalla.
A pesar de los índices positivos registrados en Ricapasta, el entrevistado advierte sobre un tema que preocupa a muchísimos comerciantes: el incremento en los precios mayoristas. “Esos aumentos se dan a menudo y nosotros no los trasladamos al público, pero no deja de ser un tema complicado”, sostiene Lema.
Otra de sus preocupaciones, reside, obviamente, en la cuestión sanitaria, que no puede ni debe pasarse por alto: “Al estar en contacto con la gente en forma constante, tratamos de mantener la higiene en todo momento. Para desinfectar, yo estoy pasando el trapo a cada rato arriba de la mesa, en la zona de la caja”, comenta. Desde luego, tanto él como el resto del personal, llevan puestos sus barbijos. ¿Otra variante? El horario de atención, que sufrió una reducción: «A las siete y media nos vamos porque en toda la avenida ya prácticamente ya no queda nadie».
Más allá de las contrariedades, Carlos hace hincapié en el valor que le da al hecho de poder continuar en actividad: “Es una bendición que tengamos esta posibilidad de trabajar, mientras tantos negocios siguen cerrados. Esperemos que esto termine pronto”, concluye Lema. Su anhelo, no hace más que representar al de millones y millones de personas.
Cuarentena. Apoyemos a los comerciantes y profesionales del barrio.
Ricapasta.
Av. Elcano 3301.
Tel: 4554-1014/4551-5243.
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