Columnas

Historias de un vecino observador

Barrio de Belgrano. Camino por Ciudad de la Paz. Aproximadamente en la intersección con Olazábal, otra casaca “retro” llama mi atención. La lleva puesta un hombre de unos 55 años: pertenece al seleccionado de Alemania Oriental (o Alemania Democrática). Su color celeste y, sobre todo, las siglas DDR en el pecho, lo confirman. Notable coincidencia con la camiseta de la Unión Soviética divisada diez días atrás, hoy ya no existen ni el país ni su selección.

Desde Belgrano, vuelvo al barrio a pie, por la Avenida Crámer. Cerca de la esquina con Blanco Encalada, un muchacho de 25 años, con remera y gorra de color negro, viste también también un short blanco con el escudo de la Selección de Italia.

Prosigo por Crámer. Tres cuadras más adelante, pasando Juramento, me cruzo con un niño que viene pateando una pelota por la vereda. Al igual que su “antecesor”, un pantaloncito lo distingue. En este caso, es de color azul y de un famoso equipo español: el Real Madrid.

Federico Lacroze entre Freire y Conde. A metros de la fábrica de pastas y rotisería La Castellana, transcurre la camiseta de una chica y un muchacho. Él lleva puesto un short de color violeta que le llega casi hasta las rodillas, con el número 1 y el escudo de Quilmes.

Minutos más tarde, el “chino” de Palpa entre Freire y Conde me tiene nuevamente como cliente. Al salir me cruzo con un repartidor que descarga bebidas en la puerta del supermercado. La camiseta que viste –qué otra que la verde y blanca de Camioneros- sigue una lógica esperada, aunque el diseño que la decora -con Maradona y Messi en acción- sí que sorprende, y por cierto, irradia una buena dosis de simpatía.

Es de noche. Me encuentro en Peteca’s, aguardando que estén listas una grande de muzzarella y seis empanadas de carne, para llevar. En el exterior del local de Zapiola y Virrey Arredondo, tal es la costumbre de hace añares, desde la pantalla del televisor se emite un partido de fútbol. Cerca del horno, el pizzero, un jovencito que trabaja en silencio, luce la camiseta del Alianza Lima, de Perú.

Llega un repartidor, probablemente, más chico en edad que el pizzero. Estaciona su bicicleta junto a un poste, próximo a la TV. Tiene puesto un pantalón corto negro, de Chacarita Júniors, con el número 23.

Mi pedido está a punto de salir, cuando ingresa un muchacho de anteojos y remera negra con el escudo de Colón de Santa Fe. Saluda amablemente a Alberto, el dueño de Petaca’s, y se cruza del lado opuesto del mostrador, para charlar con él.

Salgo a correr por Plaza Garicoits en un templado  atardecer. Apenas piso la esquina de Delgado y Virrey Loreto, identifico un “picadito” en el sector de los juegos infantiles. Son cinco los nenes –probablemente, todos de menos de ocho años- que están jugando a la pelota sobre el suelo embaldosado. Cuatro de ellos tienen la camiseta rosa del Inter de Miami, con el 10 en la espalda y el apellido “Messi” sobre el número que identifica al crack argentino.

Continúo trotando y doy la vuelta por Virrey Arredondo. A pesar de que el espacio para jugar al fútbol escasea, otro grupito se las ingenia para darle a la redonda adentro de la plaza. Mi mirada capta con atención a dos de los players que participan de la contienda futbolística, algo mayores –aunque no mucho- a los de la escena anterior. Un chico de anteojos viste una camiseta del Liverpool de Inglaterra, con el apellido “Mac Allister” en la parte posterior. En una impactante muestra de contrastes, otro, ha depositado su simpatía en el ascenso argentino, ya que lleva puesta la camiseta marrón de Atlas.

El running me conduce a la intersección de Virrey Arredondo y Álvarez Thomas. Es entonces cuando la Primera División del fútbol local reaparece en el atardecer porteño, representada por un joven flaquito que, caminando por la vereda a paso rápido y cargando una mochila, tiene puesto un buzo de Huracán.

Con una diferencia de muy pocos minutos y en el mismo lugar, logró identificar una camiseta de Cipolletti de Río Negro. La luce un hombre que pasea junto a una mujer y un bebé en su cochecito, el cual, pese a su muy corta edad, también está vestido con ropas del Inter de Miami.

Continuará…

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