Largas colas, quejas, malhumor… Esos términos son denominadores comunes a la hora de hablar de la línea 42, acaso, la más cuestionadas de las líneas de colectivos del barrio (y quizás también de todo Buenos Aires).
El famoso «amarillo y rojo» penetra en nuestro condado procedente de Chacarita -o desde Belgrano, si viene del lado contrario- y siempre en su recorrido recto, cruza Colegiales de punta a punta a través de Federico Lacroze. Antes por la barrera, ahora, por el túnel, y siempre acompañado en ese largo trayecto por su «primo» el 63.
En ese camino, va acumulando pasajeros y protestas en un número casi idéntico, ya que es frecuente que los usuarios deban permanecer en la parada una exagerada proporción de tiempo, siendo un hecho que, cuando la unidad al fin aparece, lo hace encabezando un grupito de colectivos de la misma empresa que pueden ser tres, cuatro y hasta cinco. Así y todo, hay quienes opinan que la línea mejoró su servicio en relación a lo que era hace algunos años.
Lo que no se puede poner en duda, es su identificación con el barrio: la firma a cargo de estos colectivos, se llama, precisamente, Colegiales.
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