Ubicado en Vidal y Avilés, y en contraste con muchos emprendimientos gastronómicos de hoy en día, se trata de un restaurante de los tradicionales: buen menú y a un precio accesible. No obstante, la familia que lo atiende lucha para sobrevivir en el contexto de un barrio que cambia velozmente.
En la puerta, un pequeño letrero escrito con marcador, avisa: «Comé rico y barato». Adentro, uno de los propietarios de La Esquina de Agus, aclara: «Lo escribió un cliente». Una sonrisa se dibuja en el rostro de Hernán Fernández, aunque cuando se pone más serio, no quedan dudas de que la situación no da para la risa. El restaurante es uno de los de mejor reputación en el barrio y su comida sigue siendo excelente. Sin embargo, no atraviesa su mejor etapa: «Nosotros estamos desde hace 12 años e inclusive antes, también el rubro fue el mismo», cuenta Hernán. «Hubo épocas buenas donde llegamos a tener cuatro empleados; ahora no tenemos ninguno, nos arreglamos entre nosotros para atenderlo».
Los cuatro integrantes del clan son los que mantienen de pie al restaurante, cuya estructura es una antigua y atractiva casona enclavada en el límite con Belgrano. «Somos mi hermana Vanina, mi mamá Mary y José, mi papá, que hasta con sus 78 años suele hacer el delivery caminando».
La Esquina de Agus se llama de esa manera por Agustina, la hija mayor de Hernán, apenas una beba cuando el local abrió sus puertas. A medida que ella fue creciendo, también cambiaron los tiempos a nivel laboral. Según Hernán, son múltiples las causas que lo condujeron a su actual situación: «Es increíble la cantidad de casas de comida que pusieron últimamente. A dos cuadras de acá, en Vidal y José Hernández, hay cuatro pizzerías alrededor de la plazoleta de San Cayetano. ¡Cuatro! Yo no sé cómo hacen para subsistir. A nosotros además nos perjudicó el tema de los alquileres altos. Teníamos clientes a los que que se les venció el contrato de sus departamentos y se tuvieron que mudar de barrio al no poder renovar. Por otro lado acá a unos metros terminaron de hacer un edificio, pero que yo sepa, hasta hoy no se mudó nadie. En nuestro caso la ubicación tampoco es ideal: está medio escondido y si no conocés, no lo encontrás. Aparte el paredón de enfrente no ayuda, hace la zona muy oscura».
De más estaría acotar que el momento del año ejerce su influencia: «En este barrio no queda nadie en vacaciones. Y ni qué hablar los fines de semana en estos meses. El otro día, estaba dudando, pero abrí igual: hicimos 200 pesos», confiesa Hernán, en referencia al primer domingo de febrero. «Cuando te toca un día cómo esos tenés ganas de mandar todo a la m… Pero es lo que hay. Así y todo, de esto vivimos».
Por si esto fuera poco, el cambio de autoridades nacionales, también es fuente de incertidumbre: «Hay nuevo gobierno, nuevas medidas, vamos a ver qué pasa con los aumentos de la luz… Estamos preocupados por eso, es un momento en que nada está muy claro». A pesar del sombrío panorama, el propósito de no perder el buen humor siempre está: cada jornada -en diferentes horarios-, los Fernández llegan dispuestos a poner el hombro. Y así pastas, pizzas, minutas, salen tanto al mediodía como a la noche.
«Todavía conservamos una clientela que nos es fiel, y gracias a ellos las puertas siguen abiertas», cuenta Hernán, que se multiplica entre la atención de los pedidos, la preparación de los platos y el reparto en su moto. Además, es vecino del barrio, pues vive muy cerca de su trabajo. «Estamos acá nomás, enfrente de la plaza de Moldes. Eso es importante, porque si viviera lejos, no sé qué pasaría».
La familia posee experiencia en el rubro gastronómico, ya que anteriormente, fueron dueños de un tradicional bodegón de Crámer y Congreso. Luego, llegaron a Colegiales con las mejores expectativas. En un principio, lograron levantar un local muy venido a menos. Y en la actualidad, si bien la tarea se les está haciendo dificultosa, no bajan los brazos.
En el atardecer del feriado de carnaval, nos despedimos de Hernán. Muy amablemente nos acompaña a la puerta y reingresa al salón, a hacer sus cosas. Y a esperar a que por primera vez en la noche, suene el teléfono.
Dirección: Vidal y Virrey Avilés.
Delivery: 4788-1029
Horario: 11 a 15.30 hs (almuerzo); 20 a 23 hs. (cena).
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