En Inquadrare, el taller de decoración de Freire y Céspedes, hay un mundo. Los invitamos a descubrirlo…
Un cartel con letras negras llamaba poderosamente la atención en la esquina de Freire y Céspedes: «Liquidación stock desde $250.-» anunciaba, sobre un fondo blanco.
Esto provocó que más de uno pensara que el taller de cuadros «Inquadradre», con diez años de permanencia en Colegiales, estaba por bajar la persiana.
En busca de la palabra de sus dueños fuimos entonces, para que echaran luz sobre la versión. Gonzalo y Gabriel, afortunadamente, lo desmintieron: «Nada que ver, no nos vamos. Solamente pusimos a la venta los trabajos que los clientes no venían a retirar». A partir de allí, se generó una charla en la cual, en boca de Gonzalo -pues su socio trabaja más tiempo fuera del local- descubrimos valiosos detalles del funcionamiento y la historia de Incuadrare.
«Este es un taller de cuadros, de arte, de decoracion. Gabriel está en el tema pintura, y yo en el armado y la venta. Hacemos todo para decorar paredes. Incluye impresiones, bastidores, gigantografias, marcos antiguos, espejos, reparaciones. Nos tocó reparar espejos rotos comprados en Falabella…».
«Han traído cosas sorprendentes para enmarcar. Ya no vienen únicamente con fotos sino con remeras, zapatillas, cubiertos, azulejos, tejas de techo, entradas de partidos de fútbol… Tenemos inventiva, de cualquier cosa estamos en condiciones de armar un cuadro. Por ejemplo, lo hemos hecho con tejas de una casa del año 1800 que fue demolida; cartas autografiadas de Perón; medallas de la última Copa Libertadores que ganó River; hasta han venido de parte del Papa Francisco a que enmarquemos una foto para él…»
«Las camisetas de clubes de fútbol son muy requeridas. En este rubro hicimos cuadros con remeras que pertenecieron a Maradona, Messi, Agüero, Teo Gutiérrez. Es clave que en otra época, hayamos trabajado con Santa Mónica, la empresa que le hacía el marketing a la AFA. De ahí nos quedaron muchos contactos. El año pasado también nos encargaron cuadros los jugadores de Excursionistas, que salió campeón de Primera B».
«Antes, en esta esquina había una cafetería, que se mudó a un negocio más grande. Yo pasaba por acá, vi que se alquilaba, me gustó y nos arriesgamos. Anteriormente, ya habíamos tenido locales en Palermo y Recoleta. Recuerdo que en nuestros primeros días en este lugar pasó una señora y me dijo con tono pesimista: ‘No lo veo m’hijo, esto es un barrio’. Por suerte, se equivocó. Todavía estamos acá y con una buena clientela».
«Varios clientes son del ambiente artístico. El boca a boca es fundamental en esto. Hemos hecho trabajos para Tinelli, Suar (aunque ellos dos no vinieron personalmente), el Chino Darín, Calu Rivero, Matías Martin, Pergolini. A Mario lo gastaba: yo soy de River y él es muy bostero para mi gusto. Pero hubo muy buena onda. Y cómo te decía, para el Papa, inclusive».
«Gracias al cartel de ofertas que colocamos en la puerta, conseguimos una nueva clientela. Muchos que frenaban con el auto, otros que se bajaban del colectivo… Eran cuadros que nunca retiraron, de gente que se olvidaba de buscarlos y después de cierto tiempo les daba vergüenza pasar. Nos sucedió que en la liquidación, apareció el verdadero dueño. «Uy, este cuadro era el que te encargué yo», dijo. Y terminó comprándolo como oferta».
«Personalmente, vivo en Colegiales, a dos cuadras del local, desde hace ocho años. Antes vivía en Belgrano, pero es como que toda esta zona -Belgrano, Colegiales, Palermo- son parientes muy cercanos. En este período experimenté la transformación del barrio. Está bueno verlo crecer pero uno siente nostalgia por lo que era antes. A lo largo de Freire, sobre todo, se tiraron abajo muchas casas para construir condominios».
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