A fines de diciembre de 2021, recibí un mail de Peter Loewenstein. Recordemos: Peter… Un pariente que conocí a través de Internet en 2020. Su abuelo, Salomon Wildau, era hermano de mi bisabuelo, Oskar. Por ende, él y mi padre son primos segundos, aunque nunca se conocieron personalmente e ignoraban acerca de sus respectivas existencias… Hasta que una investigación hecha por Peter –que vive en Nottingham, Gran Bretaña- dio resultados positivos. Y terminó descubriendo, gracias a los adelantos tecnológicos y las redes sociales, a numerosos familiares procedentes de su rama materna.
Desde luego, yo soy uno de ellos. Apenas realizado el descubrimiento, el intercambio de correos electrónicos tuvo una interesante frecuencia durante las primeras semanas. Si hasta nos vimos por Zoom, con la participación de nuestras esposas. Pero luego el contacto se volvió más espaciado… Hacía unos diez meses que no nos comunicábamos. De pronto, el último día de 2021 comprobé que tenía un mensaje suyo en mi bandeja de entrada. Estaba en inglés, aunque Pete utilizó el traductor de Google, y junto al original, se podía apreciar, además, el texto en español. ¿El asunto? Season’s greetings and wishing you a happy and healthy 2022. O sea… “Un saludo de temporada y les deseo un feliz y saludable 2022”, según la traducción online.
Pete contaba que había tenido problemas de salud. En este caso, no por el Covid –que experimentó aumentos exponenciales, tanto en Europa como en la Argentina- sino a nivel coronario. Mediante estas líneas, explicó lo sucedido: “Desde principios de diciembre comencé a tener ataques de angina todos los días. Luego, a principios de este último lunes por la mañana, 27 de diciembre, tuve un leve ataque cardíaco y una ambulancia me llevó a la unidad de cardiología del City Hospital, Nottingham. Otro ataque cardíaco allí el miércoles por la mañana resultó en que me sometieran a un angiograma. Después de que se eliminó la acumulación de colesterol de una arteria izquierda bloqueada en un 99%, se volvió a insertar un stent limpio en mi corazón y me arreglaron. Ayer llegué a casa y, aunque estoy muy cansado, después de un breve período de recuperación, debería estar completamente bien de nuevo. ¡Hurra! Ha sido una semana difícil para Stella y para mí; sin embargo, ahora esperamos un buen 2022. Todo gracias al brillante Servicio Nacional de Salud con exceso de trabajo y financiación insuficiente».
Aparte del mensaje principal, Pete y su esposa Stella, adjuntaron en el email una bonita tarjeta confeccionada de modo artesanal, donde resumían lo que había sido un 2021 muy significativo para ellos, pues en junio, celebraron el 40º aniversario de su casamiento. La tarjeta contenía fotos. En una de ellas, de 1981, Pete estaba junto a Stella, con pelo largo y tupida barba. A la derecha había una foto de 2021, ambos en la misma posición. Stella, con una enorme sonrisa al igual que hace cuatro décadas. Su marido, también en una pose muy similar a 1981, incluso el cabello y la barba en igual postura, aunque ahora con el color blanco –símbolo implacable del paso del tiempo- ganando la partida. Más abajo, imágenes del festejo, destacándose una de su hijo Nicholas, sosteniendo una torta decorada con el número 40.
La tarjeta tenía más fotos y llevaba impresos los mejores deseos para 2022. Mi respuesta, tardó algunos días. Cuando finalmente le envié el correo, me contestó casi de inmediato. Y tuve la agradable sensación de que volveríamos a establecer el fluido diálogo que, por esos incomprensibles mandatos de la vorágine cotidiana, se había ido diluyendo.
Pablo Wildau
Foto: Pete y Stella, ayer y hoy.
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