El Aborto Gratuito, Legal y Seguro, por ahora, no será ley. Así quedó confirmado luego de que el Senado, por una escasa cantidad de votos, finalmente no aprobara su sanción, algo que sí había ocurrido en la Cámara de Diputados.
En Colegiales, se siguen viendo pañuelos y pintadas verdes por todas partes. Sobre Federico Lacroze, sobre Álvarez Thomas, por las calles internas; en carteras de mujeres, en mochilas de varones… Probablemente, en toda la Capital sea igual o parecido. Como si fuera una extraña paradoja, es mucho menor la cantidad de pañuelos celestes que se ven -personalmente, no he visto ninguno- desde que los legisladores se inclinaron a favor del NO en aquella histórica jornada en el Congreso de la Nación.
A partir de esta nueva grieta que tan divididos tuvo (y tiene) a los argentinos, caben algunas reflexiones, quizás, desconectadas unas de otras, aunque surgidas desde el interior de un ciudadano que como tantos, ha elegido expresarse a partir de esta controvertida cuestión.
-«Mi cuerpo, mi decisión», se plantea. Parte del cuerpo es un brazo o una pierna, pero no un bebé, feto o embrión con un ADN propio que crece dentro del vientre de su mamá. ¿Qué diferencia habrá entre un embrión de dos meses, uno de nueve o un niño que ya nació? Seguramente, muchas. Pero nunca, el hecho de que algunos tienen vida y otros no la tienen.
-Aseguran que los abortos seguirán existiendo, más allá de que una norma los legalice o no. Y es cierto. ¿Pero esto significa que el Estado tenga que avalarlos? Supongo que la diferencia está en que mientras para algunos un embrión es una vida, para otros es nada más que un objeto o un pedacito de carne inerte. Si fuera así, adelante, es correcto hacer con él lo que a cada uno le plazca. Pero a los que creemos que desde la concepción es un pequeño ser humano el que se está gestado, por favor, que no pretendan convencernos de que estemos de acuerdo con la interrupción de un embarazo.
-Esta vez ganó el NO. Pero, ¿y la próxima? Entiendo que es una cuestión de tiempo. Así como en tantos países denominados «desarrollados» ya es ley, la Argentina, aunque ya no este año, quién dice que en el corto, mediano o largo plazo, no siga el mismo camino.
-Se pretende ir tras los pasos, o se pone como espejo, a las naciones más «evolucionadas», que ya tienen la ley. Pero, ¿están más evolucionadas con respecto a qué? Por supuesto, en «libertad», en «mente abierta», en «nuevas ideas», en «dejar atrás esos viejos y ridículos mandatos propios de la Edad Media». Sin embargo, las guerras, el odio, la violencia, el hambre, están llevando al mundo aceleradamente hacia la autodestrucción, tanto o más que en aquellos tiempos. ¿Seguro que hemos evolucionado? ¿O creyendo que es así, estamos yendo exactamente hacia el lado contrario?
-El individualismo, el egoísmo, el «sálvese quien pueda», son los grandes males del mundo de hoy. Del respeto o del amor al prójimo, ¿quién se acuerda? La especie humana parece reírse de estos valores. ¿Y qué es el aborto legal, gratuito y seguro, si no una muestra fehaciente de que todo esto es así? La persona que sea capaz de despreciar la vida de un hijo, por más que todavía sea un minúsculo conjunto de células, ¿de qué será también capaz?
-Para numerosos adeptos a la no aprobada ley, la mayor motivación era la de oponerse a las estructuras establecidas a partir de la fuerte influencia que la Iglesia Católica ha ejercido en la vida de los argentinos desde tiempos remotos. Probablemente no hayan podido o querido darse cuenta de que, más que desafiar la voluntad de una institución que tras su nacimiento, es en buena parte moldeada por designios humanos, están oponiéndose al mismo Creador de la humanidad.
-Esta vez ganó el NO. ¿Ganó? En lo personal creo que perdimos todos, porque (influido por los medios masivos de comunicación, por propia convicción o por mezcla de ambas), el ser humano continúa alejándose de Dios. Y manifestaciones como éstas son una de los tantas muestras del rumbo que está tomando la humanidad, ya no sólo en nuestro país, sino a nivel mundial.
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