Cada tanto aparece alguna nota referida a él. Es que el edificio de Virrey del Pino entre Cabildo y Ciudad de la Paz, es internacionalmente famoso por su arquitectura. Ubicado en el límite entre Colegiales y Belgrano –aunque en territorio colegialense- la emblemática construcción acaba de superar los 80 años de existencia, pues fue inaugurada en 1942. En aquellos tiempos, los límites internos de la Ciudad de Buenos Aires no tenían el diseño actual y al edificio se lo identificaba con el barrio de Belgrano. Hoy las fronteras oficiales están claramente establecidas, pero aun así, hay gente que continúa creyendo que el predio donde se levanta esta torre pertenece a Belgrano. Sin pretender ahondar en esta polémica, el objetivo de estas líneas es hacer notar que nuevamente la prensa de alcance masivo ha posado su interés en Los Eucaliptos. En esta oportunidad es La Nación, el medio que publicó un artículo alusivo a él.
A continuación, se dan a conocer algunas partes de dicha nota:
Muchos extranjeros se sorprenden al ver una fuerte impronta europea en los edificios porteños, producto de las corrientes migratorias que trasladaban las líneas urbanas de las capitales de las que provenían.
Uno de los arquitectos que pisó fuerte en la escena local fue el suizo Le Corbusier, el máximo exponente de la arquitectura moderna internacional se destacó por la construcción de la Casa Curutchet en La Plata y sus 400 obras en el resto del mundo. Su visión moderna en la industria se replicó en las mentes de quienes trabajaban con él, quienes más adelante engalanaron Buenos Aires con su impronta.
Ese mismo es el origen de Los Eucaliptos, el proyecto de los arquitectos argentinos Juan Kurchan y Jorge Ferrari Hardoy quienes después de finalizar sus estudios viajaron a Francia para aprender del mismísimo Le Corbusier en persona. Fue así como durante 1937 trabajaron en su estudio y diagramaron el diseño de un plan urbano para Buenos Aires. Al retornar al país años más tarde, el dúo fundó el Grupo Austral y en 1942 aplicó los postulados modernos que habían aprendido de su mentor en el edificio sobre la calle Virrey del Pino 2446, en el barrio de Colegiales.
La creación de los amenities
Las revoluciones industriales y tecnológicas siempre marcan un cambio de paradigma en la sociedad. En el pasado, la creación del transatlántico causó un gran revuelo y la onda expansiva de su invención llegó a impactar al arte y la arquitectura de la época. En este caso, el concepto implicaba tener todas las comodidades y servicios necesarios que tiene un barco de estas dimensiones, preparado para los meses que dure el viaje. Le Corbusier fue uno de los artistas conmovidos por este concepto y lo plasmó tanto en sus pupilos como en sus obras, por ejemplo, en la Unidad Habitacional de Marsella construido en 1956.
Sin embargo, el alumno superó al maestro y sus discípulos argentinos lo plasmaron primero en Los Eucaliptus. Decidieron, en 1942, que el edificio estaría atravesado por el concepto autosustentante: “Es decir, que en el mismo edificio la persona que vive allí tiene todo lo necesario para desarrollarse, vivir, estar cómodo”, señala un arquitecto de la cátedra Giménez de Historia de la facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Hoy en día, este concepto es conocido como amenities. Incluyeron espacios que no era común ver en edificios residenciales y lo equiparon con un garage con entrada para autos, un jardín con juegos para niños, una lavandería, una biblioteca, un salón de usos múltiples y un restaurante dentro del mismo predio a donde los residentes podían ir a comer o pedir para llevar a sus departamentos.
El anillo verde de Le Corbousier
La construcción también se alinea con otra de las máximas de Le Corbusier: que los edificios estén ubicados en el centro de la manzana para liberar la parte delantera hacia la línea municipal. La idea era que si todos los lotes de la manzana cumplían con esa consigna, se formaría un anillo verde con la línea municipal y el centro completamente construido, imagen opuesta a lo que se ve normalmente hoy en la ciudad de Buenos Aires. El motivo subyacente por el que Le Corbusier tenía esta visión no era meramente estético sino que buscaba que ese verde delantero actuara como aislamiento acústico a los ruidos de la calle. Además, de esa forma en este proyecto se mantuvieron los tres árboles eucaliptos que le dan el nombre al edificio.
Los árboles que le dieron nombre al proyecto también influyeron en el diseño de la entrada, a pesar de que hoy ya no estén más. Para acceder al edificio hay que atravesar un jardín con un camino sinuoso que antiguamente rodeaba los eucaliptos y permitía apreciar la construcción desde distintos ángulos de visión.
Foto: modernabuenosaires.org.
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