La esquina de Superí y Virrey Olaguer está cambiada. Un espectacular mural le da vida a una ochava que hasta hace pocas semanas, lucía apagada, sin brillo ni color. Es la bicicletería De Felice, con toda una vida en Colegiales, la que procedió a «aggiornarse». Y como no podía ser de otra manera, la espectacular pintura que adorna su fachada, está relacionada al mundo de las bicicletas. «La Voz de Colegiales» dialogó con Alberto, el propietario de un negocio que se encuentra en esa ubicación desde… ¡1971! y que trabaja junto a sus hijos Malcolm y Gilda en la atención del señero comercio barrial. «Esto de las reformas lo veníamos pensando hacía bastante -contó a propósito de los cambios introducidos- y decidimos poner manos a la obra a mediados de 2015. Los trabajos llevaron varios meses, pero hoy por suerte están casi terminados, sólo faltan algunos detalles».
De Felice hace alusión a la parte interior del local, ya que allí tuvieron lugar las remodelaciones más importantes. Hoy, la bicicletería parece otra, comparada con al aspecto que tenía antes de que arrancaran las refacciones. Por supuesto, también quisimos saber cómo surgió la idea del enorme mural. «Esto sí que no lo teníamos planificado -confesó-. Estaba la intención de pintar el frente, eso sí, incluso se hizo un revoque nuevo. Pero lo del mural nos cayó de casualidad. En realidad, vino una chica, Aldana Ferreyra, a preguntarme si nos gustaría hacer algo original. Dijo que ella hacía trabajos de este tipo, trajo unas muestras y cuando vimos el modelo que nos proponía le dijimos que le diera para adelante. Y la verdad que quedó bárbaro, hizo un gran laburo…»
Los De Felice están muy contentos. Tanto por el nuevo aspecto del local como por haberle puesto punto final a las obras, que demandaron largos meses de incomodidades, para ellos y para la nutrida clientela que a lo largo de tanto tiempo, supo capitalizar el negocio familiar. Dicho sea de paso, viene bien repasar algunas opiniones formuladas por Alberto y su hijo en una nota que les formuláramos hace algunos años. Opiniones que sirven conocer más de la historia y la actualidad del clan y el rubro en general:
“Mi viejo fue bicicletero inclusive antes de tener este local. Antes tenía un negocio sobre Elcano, a unas pocas cuadras de acá. Esto antes era un almacén. Ahora vendemos bicis nuevas, usadas, accesorios… Reparamos todo tipo de rodados. No sólo bicis, sillas de ruedas y monopatines, por ejemplo, también” (Alberto).
“Yo empecé a colaborar en el local cuando era chico. Al principio no me gustaba mucho, pero con el tiempo le vas tomando cariño. Al terminar la secundaria estudié sistemas, pero ahora me dedico únicamente a esto” (Malcom).
“Una de las cosas más complicadas es sacar todas las bicis a la vereda a la mañana, y meterlas otra vez a la noche. También hay gente que se queja por el espacio que ocupan, pero tratamos de no molestar a nadie. Igual, hay personas que siempre se van a quejar por algo”. (Alberto)
“La inseguridad existe como en cualquier lado, pero últimamente estamos bastante tranquilos. Por ahí quizás si te descuidás, te roban alguna bicicleta. Hace muchos años tuvimos un robo importante, aunque eso creemos que pudo haber sido una batida” (Malcom).
“En el barrio existen otras bicicleterías. No tantas…. Pero no hay problema. Cada una tiene su clientela. No nos vamos a estar agarrando a trompadas por eso” (Alberto).
“Nosotros somos de Villa Urquiza, cerca del Parque Sarmiento. Pero Colegiales es muy lindo. Se nota que la zona está cambiando y eso te obliga a dejar de ser sólo una bicicletería de barrio, porque la gente es cada vez más exigente. ¿Famosos? Y sí… ya atendimos unos cuantos: Nancy Dupláa y Pablo Echarri, Matías Martin, De la Puente, Pergolini, Campi…” (Malcom)
“En los últimos tiempo creció bastante el trabajo. Influyó mucho la publicidad que se está haciendo para que la gente deje el auto y use más la bici. Aparte hicieron las bicisendas… Es una buena época laboral” (Alberto).
Virrey OLaguer y Feliú, la calle cortada entre Martinez y Superí, allá por los 70 ya estaba De Felice, y también el largo paredón de la vieja quinta que un tiempo fue un horno de ladrillos. En la misma vereda la peluquería de Mingo con sus mágicas tijeras. En esa cuadra donde no existían los edificios gigantes que hoy ocultan el sol de las mañanas, los pibes del barrio jugaban los picados futboleros de todos los días. Después se abrió la calle, vino el Super Norte y más tarde Carrefour; se acabaron los picados y también se fué Mingo y alguno más y ya el barrio dejó de ser aquel. Solo quedamos De Felice, yo y alguno más que cuando lea esto tal vez se le escape un lagrimón.
Excelente testomonio! Algún día nos gustaría hacerte una nota. Sos vecino común o además tenés o tuviste algún comercio en la zona?
Solo soy un vecino más de Colegiales, un barrio que por obvias razones no puede escapar de los cambios que impone el devenir de los tiempos. ¿Quién en los setenta hubiese imaginado a una jirafa llamada Rafa, saliendo de una casa con puerta color celeste? ¿Que aquel viejo galpón de Arredondo y Alvarez Thomas que albergaba ruidosos tranvías y muchas ratas, se transformara en una verde plaza? Y lo más notable; que De Felice tenga bici-senda propia.
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