«Que salga sin arrugas, eh…» bromeó cuando el fotógrafo apuntó con su cámara en la puerta de The Oldest. Estaba terminando de almorzar en la vereda del bar de Elcano y Martínez, cuando lo divisamos. Sabíamos que el Loco Gatti es del barrio, por lo tanto, no dejamos pasar la chance de solicitarle la nota. Aceptó con agrado, aunque aclarando que disponía de poco tiempo ya que debía acompañar a su esposa al médico. «Tenemos turno», se excusó. Efectivamente, allí también estaba Nacha, aguardando que se hiciera la hora para partir.
«Vivo acá hace más de 50 años», contó Hugo, que tiene su departamento en Avenida de los Incas y Enrique Martínez, justo en el límite entre Belgrano Colegiales. «Me gusta el barrio, es hermoso», dice, agregando que es un cliente frecuente de The Oldest («vengo casi todos los días»), de la parrilla Thomas Heredia (Álvarez Thomas y Heredia, precisamente) y de la confitería La Argentina (avenida De los Incas y Forest), los cuales elige como tres sitios emblemáticos de su vida gastronómica en estos pagos.
Hugo Orlando Gatti nació en Carlos Tejedor, provincia de Buenos Aires. El 19 de agosto de este año, soplará 74 velitas, una edad que no aparenta. Atajó en Atlanta, Gimnasia, River, Unión, Boca y la Selección Nacional. Su notable calidad y su estilo de arquero-salidor marcaron una época en el fútbol argentino. Tanto, que muchos de los que lo vieron en acción, opinan que fue el mejor arquero de todos los tiempos. En agosto de 2018, se cumplirán 30 años de su último partido oficial: Boca-Deportivo Armenio. A la semana siguiente José Omar Pastoriza lo reemplazó por Navarro Montoya (Gatti había tenido resposabilidad en un gol del equipo rival) y el Loco no quiso jugar nunca más.
Hoy, así opinó de nuestro fútbol: «Es cada vez más negocio. Y además es muy suave, no tiene picardía, nadie le roba la billetera a nadie -sostuvo, metafóricamente-. Ya no es fútbol, para mí es otro juego». Sobre el nivel de los guardavallas actuales, apuntó: «Los que tienen posibilidades de ser arqueros-jugadores son arqueros de palos y malos. No es un buen momento. El alemán Neuer parecía bueno. Pero ahora está medio gordo y hace mucho que no juega. Es de medio pelo para abajo».
En medio de la nota, un peatón aminoró su marcha para saludarlo. Era Daniel, el cerrajero de Superí y Virrey Avilés. Hugo respondió cordialmente y siguió hablando: «En unos días me voy a España (trabaja para la TV de ese país) y me quedo tres meses… si aguanto». Uno de sus hijos está radicado en Europa: «Está en Roma… el otro vive acá con nosotros», comentó.
Antes del cierre, volvimos a preguntarle qué es lo que más le gusta de la zona en la que reside: «Por la tranquilidad, parece que estás en el campo. Para mí éste es uno de los mejores barrios de Buenos Aires», concluyó.
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