Una recorrida por una de las avenidas más transitadas de Colegiales, permite apreciar que el paisaje mucho ha cambiado con respecto a los días iniciales de la cuarentena. Mayoría de negocios abiertos y nutrido tránsito peatonal pintan a la Avenida Elcano a partir de los primeros días de junio, en momentos en que el gobierno de la Ciudad de Buenos ha dispuesto seguir flexibilizando las restricciones. Los negocios de indumentaria y calzado de cercanía –es decir, los de barrio- se convirtieron, hasta ahora, en los últimos en recibir la habilitación para abrir sus puertas al público. Sobre la arteria, son varios los comercios pertenecientes a este rubro que beneficiados por la medida, dejaron de operar sólo en modalidad online y levantaron la persiana, sumándose a numerosos locales que ya funcionaban de este modo desde hacía varias semanas.
En consecuencia, son pocos los comercios de la avenida que están cerrados y, lamentablemente, sobre esta cantidad, hay que tener en cuenta que una importante proporción, tiene que ver con aquellos que bajaron la persiana en forma definitiva.
La cercanía del Día del Padre, motivó a que en su reapertura, los negocios de indumentaria hicieran hincapié en esta fecha festiva. Una tienda de Elcano entre Zapiola y Freire, ploteó su luminosa vidriera con esa referencia, aclarando también mediante otros carteles, que está “prohibido el ingreso sin tapabocas”, que se debe aguardar “a ser llamado para entrar” y que el ingreso es “de a una persona”. Unos metros hacia Ramón Freire, un cartelito en la vidriera anuncia que se venden tapabocas “doble tela con bolsillo” a 150 pesos. En la misma cuadra, un inmenso local de ropa y accesorios deportivos, indica que es de diez clientes “el máximo admitido adentro del local”.
A nivel de la Ciudad, los especialistas en comercio de calzado e indumentaria, manifestaron su satisfacción por el regreso al trabajo después de haber estado cerca de ochenta días impedidos de esa posibilidad, aunque informaron que el volumen de ventas en los primeros días, como era de suponer dada la situación general, ha sido bajo. Los protocolos señalan que todavía existen restricciones importantes, como ser, el hecho de que el cliente no pueda probarse las prendas “in situ” y deba volver al local en caso de tener que cambiarlas. Esta cuestión, billeteras al margen, también conspira contra el normal desarrollo de las ventas.
Pero, más allá de estos rubros, ¿cómo está el panorama sobre la Avenida? Un breve pantallazo, permite recoger algunos datos de lo ocurrido a lo largo de tres cuadras de las más transitadas, en un atardecer de fines de otoño. En la esquina con Zapiola, una sucursal de una cadena de supermercados presenta una larga fila de clientes que aguardan para ingresar, muestra cabal de que contrastando con otros sectores, el alimenticio sigue siendo uno de los más fuertes. Unos cuantos negocios más que poseen gente en su exterior, refuerzan esta sensación.
Elcano no está ajena al “boom” del delivery. Entre Conde y el pasaje Corregidores, por ejemplo, un nutrido grupo de repartidores “acampa” muy cerca de sus vehículos y sus cajas térmicas, a la espera de la comunicación tecnológica que los conduzca por otros destinos.
Entretanto, automóviles, colectivos, motos, bicicletas, atraviesan la avenida con sentido a Belgrano. Ya no impera el silencio del principio de la cuarentena. El sonido urbano ha vuelto a ser lo que era, o por lo menos, va camino a ello. Faltaría, desde luego, que además del rugido de los motores, el barrio y todo lo demás, consigan salir de la oscuridad que caracteriza a este tiempo.
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