Gente de Cole

Voces de mi Comuna

Compartimos otro excelente texto escrito por Raquel Seltzer, vecina de la Comuna 13. 

Vivo ahora y sueño con verte, mamá. Con tus canciones me arrullaste. Viví, simplemente y en cada segundo de mi existencia rogué a Dios que no te llevara, que no te perdiera en el aire llevada por el viento hacia el infinito. Eres el hada del que habló Gabriela Mistral, la Princesa Campanita. Yo beso tus manos, mamá, mi amor eterno Blancanieves.

Soledad, yo te llevo en mi alma como una flor en el ojal de un admirador o el afecto de mis familiares. Dulce bohemia estudiantil jalonada de sueños que el tiempo trocó en realidad esperanzada, nutrida de colores como el día al amanecer, de noches de esfuerzos, plena de alegría, de jarana y danzas.

Tristeza, hoy me embarga un sueño, el de ser feliz con lo que poseo, de que poco me duelan las ofensas porque son palabras nada más, que hay que comprender y perdonar, porque quizás sean la verdad o el amor el que las diga la impotencia la que hace pronunciarlas, la rabia, los celos, la envidia, las desinteligencias, el odio, también la solidaridad y el alma.

Qué es lo que más desea una mujer, tener un hijo, no posesivamente, suavemente estrecharlo contra tu pecho en un amoroso abrazo, oír su voz da calor humano a mi vida sin paz, cuidarlo como un jardinero a sus flores, no importa como sea el día, saber que es la mejor alhaja que se tiene, guiarlo por la vida con la esperanza de que algún día te ame, jugar a las escondidas, a la pelota, a los globos y con tesón ayudarlo en lo que puedas, así te veo, pequeño.

Carta para mi hermano Daniel

Elisabet te llamó Daniel como el profeta, hace tantos años que partiste, escucharte es mi alegría y eso que la mayoría de las veces podemos solamente esbozar dos o tres palabras, eso sí disentimos bastante, que creo que representas probablemente un padre, tu que eras como Sandro y ahora estamos tan cambiados, yo te profeso amor real, quizás representes el milagro de estar vivo allá lejos. Hoy vi araucarias y no pinos como teníamos en nuestra infancia, violetas de los Alpes y conejitos, éramos agraciadas entonces y Fanny también, recorríamos las playas y la escollera donde papa pescaba, un mundo maravilloso de nuestra infancia.

Hoy palpita mi corazón con ritmo acompasado, suenan las campanas de la iglesia y el niño en lo alto del campanario hace sonar el badajo, el monaguillo reza un Padrenuestro, cuando al alba canta un gallo.

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