Columnas

El hombre de Olleros y Cabildo

Por Pablo Wildau (*)

Es un habitante casi infalible de la zona de Olleros y Cabildo. A veces está en la puerta del Banco Ciudad. Otras, en el local de Starbucks (puede ser adentro como del lado de afuera). En ocasiones se lo ve en la estación Olleros del Subte D, sentido a Congreso de Tucumán Allí, sentado en un banco del andén con sus pertrechos, suele observar despreocupadamente el paso de los trenes, así como arriba, en la calle, se convierte en un sereno testigo del ulular constante de la jungla de cemento.
Es posible que este solitario hombre de entre 60 y 70 años no tenga un hogar. Quién sabe dónde pasará la noche cuando se terminan sus estadías en los sitios que frecuenta en horario diurno. ¿Tendrá un lugar donde dormir con cierta tranquilidad? ¿Podrá acceder a una comida caliente?
Varias tardes lo vi subiendo o bajando las escaleras del subte. Lo hacía con dificultad, muy despacio, pues le cuesta movilizarse. Siempre portando una o más bolsas en las cuales traslada sus pertenencias. Lamentablemente, mal vestido y aseado…


En alguna oportunidad, lo encontré en Starbucks, sentado a una mesa junto al ventanal que da a Cabildo. Me llamó gratamente la atención que lo dejaran estar allí, dentro del ámbito de la cadena multinacional. Si mal no recuerdo, leía un libro. Eso también me sorprendió. Es que a veces no comprendemos cómo alguien que vive a la intemperie puede tener los mismos gustos que cualquiera. Y así cómo los gustos, también los sentimientos, las emociones. Aunque las vueltas de la vida los hayan depositado en situaciones semejantes (vergonzosas, indignas) son seres humanos. Pero cómo nos costará entenderlo, si hasta tratamos de pasar lo más lejos posible para que no nos incomode un eventual cruce de miradas, o para no vernos en la obligación de darle un billete que nos sobre.
Pese a que vive en absoluta pobreza, al hombre de Cabildo y Olleros jamás lo vi mendigar ni revolver tachos de basura. Me he preguntado cómo es que terminó en la calle. ¿Cuánto hace que vive así? ¿Habrá perdido su casa? ¿Tendrá familia? ¿Dónde estará esta húmeda noche, mientras yo termino éstas líneas cómodamente instalado frente a la PC? Interrogantes que alguna vez me gustaría develar, pero que por ahora no tienen respuesta.

(*) Director de Colegiales Info

 

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