Es cierto: no es en Colegiales. Media cuadra la separa del barrio. Pero esa cuestión de límites oficiales, de ninguna manera podía ser impedimento, para que una de las pizzerías más destacadas de toda la Capital, tenga su nota en nuestra páginas. A continuación, lo invitamos a descubrir el mundo de un fenómeno asombroso La Mezzetta-Manía.
En estos tiempos donde todo tiene que ser «ya», ¿a quién le gusta esperar? ¿Quién no se desespera al hacer la cola del banco? ¿Quién no rezonga si tiene que esperar para comer en un restaurant? Sin embargo, uno de los pocos lugares donde la gente elige hacer cola -y hasta disfruta de ese ritual- es La Mezzetta. Y hablando de los que viven en Colegiales, a ellos no les importa si está o no en el barrio. Para los fanas de esta pizzería nacida en 1938, la ceremonia de atravesar las ocho esquinas de Forest-Elcano-Alvarez Thomas y meterse en este acotado recinto es inigualable. Porque saben que luego de hacer la fila, se llevarán ese premio que disfrutarán a a lo grande.
En La Mezzetta no hay delivery. Por eso, el cliente debe ir personalmente a comprar. Una vez hecho el trámite, podrá elegir: comer de parado (en el peor de los casos habrá que esperar cinco minutos para hallar un lugarcito) o llevarse su compra para degustar en cualquier otro lado. En ambos casos, lo más probable es que el cliente, muy pronto regrese por más…
«Esto siempre anduvo muy bien, pero hace unos ocho o nueve años años empezó a venir cada vez más y más gente», indica Luis Dovalo, el gerente de la firma. Enseguida, brindó mayores detalles acerca de la actualidad y la historia del negocio.
«La fundación es de 1938. Pero en 1957, el fondo de comercio fue adquirido por tres socios: los hermanos Gervasio y Marcelino Conde y Abelardo Rodríguez. Ellos fallecieron, pero sus respectivas familias lo siguen manejando», explica Luis -yerno de Gervasio al haberse casado con su hija Graciela-, con 22 años de permanencia en el cargo. De inmediato, le formulamos la pregunta que de tan obvia, se cae de madura: ¿cuál es el secreto de esta pizza que tanto placer genera? «El secreto es mantener la calidad de la mercadería, la buena atención y no hacer grandes cambios», dice. Si se le piden más detalles, revelará, por ejemplo, que ser mezquinos está vedado: «Las cantidades son abundantes. La fugazzetta tiena casi dos kilos de muzzarella. La masa es crocante, bien cocida, y se le pone un chimichurri que no todas las pizzerías tienen».
La explicación que esgrime sobre el no uso de delivery (en la gastronomía de hoy, casi una rareza), tiene que ver «con que nos complicaría el trabajo. No tenemos tanto espacio ni tanta gente. Estamos preparados para funcionar así. Lo mismo que el hecho de cerrar los domingos. Hasta hace 25 años se cerraba los lunes. El cambio fue para que los que trabajaban acá pudieran disfrutar un domingo en familia. A veces la cuestión pasa por otro lado, no por el hecho de ganar un poco más de plata».
Es media mañana. Por el horario, aún el aluvión de clientes no se produjo. Es la única manera de charlar tranquilo con nuestro entrevistado, a quien le preguntamos por sus gustos personales. «Mirá, acá como todos los días y me encanta. Pero para mí la pizza más rica es a la piedra. La de Los Inmortales me gusta mucho».
Tras la confesión, Luis cuenta que las celebridades tampoco han resistido a la tentación que irradia La Mezzetta: «Hacen la fila como cualquier hijo de vecino. En sus tiempos venían Goyeneche, más acá Gustavo Ceratti… Recuerdo también la vez que estuvo Juan Leyrado en pleno boom de Gasoleros. Algunos se empezaron a poner pesados y se las tomó enseguida. Y hasta Maradona vino. Pero se bajó Cóppola. Diego se quedó en el auto».
El furor llega a su punto máximo los viernes y sábados a la noche, pero toda la semana la gente circula sin cesar por el local. Consultado por un promedio, sostiene que podría ser de «unas 250 grandes de muzzarella, y 50 o 60 fugazzettas. Pero el récord lo tuvimos un día que vendimos 400 de muzzarella».
La Mezzetta-Manía incluye situaciones insólitas: «Nostros también vendemos pizza pre-cocida y están los que son del Interior y se la llevan para allá. Después las calientan y listo. Una vez un piloto de Aerolíneas viajó con una a Nueva York. Y otro cliente se llevó cualquier cantidad a Estados Unidos. Cómo hizo para pasarlas en la aduana, no sé…», desliza con una sonrisa, para cerrar la nota.
Deja un comentario
Debes estar logeado para dejar un comentario