El bar Mamita’s se encontraba en Álvarez Thomas y Olleros. Allí concurrió Manuela Ponz una noche de abril de 2015. Al salir del local, tomó un taxi con el propósito de viajar hasta su casa de Recoleta. Sin embargo, el vehículo nunca llegó al destino, que debía ser la esquina de las avenidas Pueyrredón y Las Heras. En el trayecto, el chofer comprobó que su pasajera, que por entonces tenía 20 años, se había quedado dormida. La ocasión fue aprovechada para pasarse al asiento trasero del taxi, donde abusó sexualmente de ella.
Manuela se despertó, gritó e intentó defenderse, pero nada logró. Minutos después, fue sacada a los empujones del coche. El violador se dirigió hasta la localidad de Sarandí –en el sur del conurbano bonaerense-, donde vivía. En esa zona dejó abandonado el auto. Luego, huyó a Bolivia, su país de origen.
Manuela realizó la denuncia. Su atacante ya se había fugado. Se ofreció una suculenta recompensa con el objetivo de conseguir datos que permitieran su captura. Pese a todo, pasaban los años y no había novedades. Probablemente, tanto ella como él, hayan pensado que no volverían a verse cara a cara. No obstante, en julio del año pasado finalmente dieron con el paradero de Tito Franklin Escobar Ayllon. Seguía viviendo en Bolivia, donde lo capturaron. Esto ocurrió en Ciudad Satélite, zona de El Alto.
Para hacerlo, actuaron el Centro Especial de Investigación Policial de Bolivia y el Departamento Inteligencia Contra el Crimen Organizado de la Policía Federal Argentina.
Al operativo de detención prosiguió la extradición a la Argentina y el posterior traslado al penal de Ezeiza, donde quedó alojado. Días atrás, Escobar Ayllón, de 54 años, fue llevado a juicio oral y condenado a 12 años y medio de prisión, la misma pena solicitada por el fiscal general Sandro Abrales.
La parte querellante había pedido 15 años de cárcel, aunque de todas maneras, la víctima, de acuerdo a las declaraciones formuladas luego de la sentencia, se mostró conforme con el castigo que acababa de concretarse. Escobar reconoció su culpabilidad e inclusive le pidió disculpas a Manuela. Igualmente, su abogado defensor Javier Ibarra, pidió que el proceso fuera declarado nulo, cuestionando las escuchas telefónicas que se le hicieron a su cliente como así también el reconocimiento fotográfico que se realizó durante el proceso de identificación. No tuvo éxito.
Mientras se extendía la por entonces infructuosa búsqueda de su agresor, Manuela escribió un blog y más adelante un libro, llamado La mala víctima, donde compartió con los lectores experiencias y opiniones vinculadas al terrible momento que le tocó padecer. Mediante sus escritos se propuso no ser encasillada como una víctima incapaz de salir adelante ante la adversidad.
Además estudió Derecho Universidad de Buenos Aires y se recibió de abogada. En la actualidad, está casada y tiene dos hijos. Junto a su marido, viven en Caleta Olivia, Provincia de Santa Cruz.
Pasaron más de nueve años de aquella madrugada. El bar del cual salió Manuela segundos antes de subirse al taxi que manejaba Escobar Ayllon siguió funcionando un tiempo más, pero ya no… Hace unos años cerró y nunca volvió a abrir. Todavía se pueden ver, eso sí, su fachada y la inscripción con el nombre, conjuntamente con la persiana baja y el cartel nomenclador de Álvarez Thomas y Olleros, a pocos metros.
Foto: la intersección entre Álvarez Thomas y Olleros.
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