Columnas

Acerca de los vínculos con los demás

DSC_8252Por Hugo Santos (*).

El modo como cada uno se siente con respecto a la vida tiene mucho que ver con como uno se siente con respecto a sus vínculos. Cuando estos vínculos guardan equilibrio y salud, uno experimenta que la vida es buena. Pero, más frecuentemente de lo que uno quisiera, nuestros vínculos con otros se tensan o se quiebran y el dolor consiguiente aparece.

Más aún, si hemos decidido tomar en serio uno de los máximos mandamientos dados por Jesús de amar al prójimo como a nosotros mismos, la cuestión de nuestros vínculos con los demás, tiene que ser puesto en el primerísimo plano de nuestra práctica y consideración.

Si queremos que este mundo mejore empecemos a pensar en una ecología de los vínculos humanos, en invertir tiempo, afecto, dones y, si es necesario, capacitación en ello. Alentando, edificando y contribuyendo a que los otros se sientan mejor consigo mismos. El amor es benigno (1Corintios 13:4). En la versión “La Biblia de nuestro pueblo” se traduce como “es servicial”.

Se trata de mejorar mi vida ayudando también a mejorar la vida de los demás. Es cierto que cada uno debe hacerse cargo de la suya, pero ello es más posible si cerca nuestro se encuentra gente que cree en nosotros y que está dispuesta a hacer su parte para que alcancemos nuestros sueños y podamos llegar a ser lo que Dios quiere que seamos. En nuestro mundo hay mucha gente sin esperanza y con una visión negativa respecto a su futuro.

Hay personas que tienen el don de hacer que los demás se sientan mejor después de haber hablado o estado con ellas, ¿se podrá decir eso de vos?

Si mirás tu vida y recordás tu pasado, es posible que encuentres a alguien que fue importante para que hoy llegues a disfrutar de tus éxitos y logros personales. Algunos vieron algo que no veías, que no te animabas a enfrentar o te proveyeron de algún recurso que fue fundamental para acceder a nuevas posibilidades. Amar al prójimo como a uno mismo también significa que nuestros logros son tan importantes como los de los otros.

Si queremos relaciones sanas debemos evitar mantenernos envueltos en peleas. Dios nos creó y la vida nos va llevando a que seamos individuos únicos. Vemos la realidad de un modo diferente a los demás, así que no debería sorprendernos que cada tanto existan roces. Cuando alguien no está de acuerdo con nosotros puede molestarnos, creándose un clima propicio para la discusión y los conflictos. Que el otro vea las cosas diferentes a nosotros no significa necesariamente que esté equivocado. ¿Y si los equivocados somos nosotros?

Hace falta madurez y comprensión para llevarnos bien con alguien distinto. Evitar ser demasiado sensibles y fáciles de ofender. Las personas hipercríticas, a menudo, son insoportables. Es bueno tener paciencia y no discutir por cosas menores. Hay que aprovechar la manera de ser del otro para aprender de esa relación. No pretendamos que los otros sean perfectos si nosotros no lo somos. No existe el cónyuge perfecto, ni el hijo perfecto, ni el pastor perfecto. Si no lo aceptamos nos exponemos a la frustración. Comprender eso nos prepara para dejar pasar cosas menores y no enojarnos con facilidad. Cuando no nos gusta algo del otro no dejemos de recordar sus cosas valiosas.

El “te amo siempre y cuando no me lastimes” o “te amo si pensás igual que yo” no es digno de un discípulo de alguien que decía que había que amar al enemigo. Es importante mantener la paz con los demás y hacer que nuestros enojos no nos duren demasiado. Saber perdonar no significa tolerar la injusticia ni someterse a las arbitrariedades del otro ni renunciar a nuestros principios. Pero sí recordar que el único poder que puede detener la corriente de nuestra memoria dolorida es nuestra capacidad de perdonar. El perdón es una decisión, un proceso, una actitud y una forma de vida fundamental para lograr una salud integral. Es un recurso que Dios nos ha dado para restablecernos de las heridas y sanar las relaciones personales. Es una posibilidad que Dios ofrece y pide al ser humano para frenar la destrucción en un mundo que, proponiéndonos o no, a menudo, somos injustos unos con otros.

El perdón nos libera de las heridas producidas por otros, pero también nos permite reparar aquellas relaciones donde hemos sido los que hemos lastimado. Y no te olvides de las palabras de Jesús: “Un país dividido en bandos enemigos, no puede mantenerse y una familia dividida, no puede mantenerse” (Marcos 3: 24-25).

(*) Pastor de la Iglesia El Buen Pastor, de Federico Lacroze esq. Zapiola.

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Miérc. de 18 a 20/ viernes de 16 a 18 hs.
Templo abierto: Un espacio accesible para preguntar, orar, o simplemente disfrutar del espacio que brinda nuestro templo
1er. y 3er miércoles de cada mes:
Estudio Bíblico: Un espacio para compartir, reflexionar y orar. Si querés unirte a un grupo que desea descubrir como la Palabra de Dios habla a nuestra realidad cotidiana, estás invitado
4to viernes del mes a las 19.00 hs.
Cine-café: Un lugar para el encuentro, la recreación y la reflexión.
2dos sábados de cada mes a las 19 hs..
Encuentro con Dios: Tardes de retiro espiritual en la iglesia. Un estímulo para que el viento del Espíritu Santo sople en nuestras vidas.
Todos los sábados de 16.00 a 18.00 hs.
Juegoteca: juegos y talleres para niños desde 4 años. Entrada por Zapiola 721.
Domingos 10.30 hs. Culto de adoración – Santa Cena

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http://iglesiaencolegiales.com.ar/

 

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