Comuna 13. Un nuevo adelanto de la obra literaria de próxima aparición.
1911.
El fútbol había tomado mucha fuerza entre los jóvenes del club y a la vez hacía casi un año que se venían preparando. Por lo tanto, el 30 de marzo, solicitan oficialmente su afiliación a la Argentine Association Football League (AAFL), inscribiendo dos equipos en Tercera y uno en Cuarta División. Paralelamente, continuaban dándole forma al terreno de Pampa y Miñones.
Por aquellos días, se aprobó la primera camiseta oficial. Según consta en el acta: “Adquirir tres docenas de camisetas verdes con franja blanca de 15 centímetros de ancho y en forma horizontal”. Por relato de los socios fundadores, se justificó la elección de los colores: el verde del césped y el blanco de los manteles, utilizados en las excursiones.
El Bajo Belgrano
Durante este año los equipos actuaron de local en el Club Florida, mientras en el Bajo Belgrano se trabajaba incansablemente con el objetivo de poner el predio en condiciones para jugar al fútbol oficialmente. Acondicionar la cancha fue el mayor desafío de los “excursionistas”.
Algunos de los socios fundadores, como Cameán, Masciotra, Gantes y Zelada (extraoficialmente también el señor Ramón Puig, del diario La Nación), gestionaron y consiguieron merced a sus influencias en el Banco Proveedor, un crédito de $600 y luego otro de $1000 de la Asociación Argentina. Con ese dinero se iniciaron las obras en nuestro actual campo de deportes.
Se trabajó en la construcción de las casillas y los baños. Se obtuvieron maderas de la Aduana y de los talleres de Harrods Gath & Chaves de la calle México, donde trabajaban algunos socios. Y con prisa y sin pausa, comenzó la monumental obra.
Tarea compleja
La tarea fue difícil: el Bajo Belgrano de esa época era solo un conglomerado de casas hacia el lado de Blandengues (actual Avenida Del Libertador), el Hipódromo Nacional (donde hoy es el Barrio River), la Iglesia Nuestra Señora de las Mercedes (en la calle Echeverría), las Barrancas, innumerables studs y casas muy humildes. De Pampa y Miñones para abajo, “la quema”, un descampado en el cual vaciaban diariamente la basura varios carros tirados por caballos, además de los bañados y terrenos cercanos al río, por lo que todo era un gran desafío para la flamante institución.
Basta leer unas crónicas de la revista Caras y Caretas de junio de 1911, para situarse en tiempo y espacio, y conocer las características del lugar. Un párrafo dice: “… solo queda un barrio típico de miseria, de suciedad y de abandono edilicio: el Bajo Belgrano…”
Asimismo, en la revista Todo es Historia, Román, el famoso cura que tanto ha hecho por el crecimiento y la educación de la zona de Belgrano, decía: “Es un conglomerado híbrido de todas las nacionalidades del globo, sin fe, sin instrucción y en su mayoría gente que vive de las carreras”.
Esto tal vez ayude a valorar aún más, el colosal sacrificio que debieron sortear los próceres de la primera hora para abocarse a la tarea que se habían encomendado.
Unión Excursionistas terminaba el segundo año de vida y ya estaba ubicado en el Bajo Belgrano con sus colores: el verde y el blanco.
Más allá del fútbol
Pero Excursio no era solo fútbol, el 2 de julio se realizó un festival artístico en el Salón Teatro Círculo Obreros de Palermo, compuesto por obras teatrales, varios números de canto, solos de orquestas típicas… Y para finalizar, el drama de Martín Coronado “Justicias de Antaño”. En el reparto figuran nombres como Antonio Di Tomasso, Natalio Passanetti, A. Santoro, etc.
Agradecimiento: Adrián Bollici/Federico Topet.
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