Barrio Mío

Escenas de la vida colegialense

LA BÚSQUEDA DE ULISES.

Cada vez que en el barrio se pierde un perro o un gato, las redes sociales se llenan de carteles y mensajes de los dueños, que con ansiedad esperan reencontrarse con sus queridos animalitos. Por las calles también la pegatina de afiches se ve con asiduidad, lo que permite comprender que en Colegiales –quizás también en otros barrios- es muy frecuente el extravío de mascotas. No obstante, por la crudeza del texto, un cartel distribuido hace unos días, alusivo a la pérdida de un gato (foto), probablemente haya despertado una pena aún más intensa entre el vecindario. “Soy Ulises, me perdí y me busca mi mamá. Por favor llamen”, decía, junto con el número de teléfono para comunicarse: 1158734571. Hasta la publicación de esta nota, no había noticias sobre su aparición.

HÉCTOR, EL PASEADOR.

Héctor paseaba perros por el barrio desde hacía aproximadamente 20 años. Se lo veía por diferentes calles y esquinas de Colegiales llevando a los pichichos y conversando amigablemente con los vecinos. Pero desde hace un tiempo ya no anda por estos pagos. La explicación la dio el encargado de un edificio que charlaba habitualmente con el paseador. Según lo que éste comentó, dejó su actividad porque ya no le rendía económicamente. Como tenía pocos perros, prefirió buscar otro trabajo que le dejara mejores dividendos, quizás, más cerca de su casa, en la zona sur de la Capital Federal. ¡Éxitos, Héctor!

¡DE CERO A TRES!

Hasta hace unos meses, la de Céspedes entre Delgado y Martínez era una cuadra que se destacaba por su tranquilidad. Casas bajas y un tránsito desprovisto de colectivos la caracterizaban. Sin embargo, hoy sólo subsiste lo nombrado en segundo término. No puede decirse lo mismo del resto: esa calma que seguramente era tan estimada por los vecinos de dicho sector desapareció, ya que, en forma casi simultánea, se sucedieron las demoliciones de propiedades y comenzó la construcción de tres edificios, cuando antes, en Céspedes al 3300, no había ninguno. Sin dudas, se trata de una muestra de lo que viene ocurriendo en toda la Comuna 13, aunque no debe ser fácil encontrar un caso puntual como este, donde el panorama haya cambiado de modo tan abrupto.

VECINO HONESTO, COMERCIANTE AGRADECIDO.

Sucedió hace poco, en una fábrica de pastas del barrio. Un cliente hizo una compra y abonó con su tarjeta de débito. Cuando le cobraron, al tipiar la suma en pesos, omitieron presionar dos dígitos, lo que dio por resultado una cifra considerablemente menor. El cliente recibió el ticket pero no lo controló en el momento sino que lo hizo al llegar a su casa. Se dio cuenta entonces, de que en el negocio se habían equivocado. Podía haberse quedado con un dinero que no le pertenecía. Si lo hubiera hecho, a lo mejor nadie se  hubiera enterado de que era él quien resultó beneficiado por el error. Sin embargo,  eligió no callar y en un pronto regreso al comercio, la situación quedó subsanada. En la fábrica de pastas, agradecidos, valoraron la honesta actitud del vecino.

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