El 6 de abril por la noche ganó un millón de pesos en el programa de Canal 13 Los 8 Escalones. Al mediodía del 7 de abril, volvió a ganar otro millón en el mismo ciclo de preguntas y respuestas. Pudo haber seguido concursando, pero cuando el conductor Guido Kaczka lo consultó si iba a continuar, Matías Hernández contestó que prefería no hacerlo debido al agotamiento que venía arrastrando por su participación en el programa. Lo que argumentó para justificar su renuncia, sin mayores preámbulos, fue: “Tengo la cabeza explotada”.
Cuando se mencionó la ocupación del victorioso concursante, quizás muchos se habrán sorprendido: vendedor ambulante de sahumerios. Pero algunos vecinos de Colegiales y barrios vecinos, a lo mejor se hayan quedado atónitos al ver que Matías, era nada más ni nada menos, que aquel muchacho que con enorme constancia, desde hacía 25 o 30 años era quien subía a los colectivos de la línea 184 en Freire y Céspedes, y luego de charlar amigablemente con los choferes, le ofrecía su mercadería a los pasajeros.
En un artículo publicado por este medio unos días después del paso triunfante de Matías por la televisión, se hizo referencia a la intención de hacerle una nota. En aquella ocasión, publicamos estas líneas, como posible anticipo al reportaje: “Para los medios de mayor repercusión, tal vez, la nota haya terminado aquí. Sin embargo, para un medio que intenta transmitir lo que ocurre en el barrio, a nivel hechos y personajes, la cuestión continúa. Como autocrítica, cabe replantearse por qué con la oportunidad de haber hablado de Matías en referencia a su notable trayectoria, vendiendo un mismo producto y en una única línea de colectivos, recién se puso más atención en él, cuando salió en televisión y ganó un suculento premio. Tras esta autocrítica, surgen dudas. ¿Volvió a ofrecer sahumerios en el colectivo el día después del programa? ¿Cómo lo recibieron los choferes? ¿Lo reconocieron los pasajeros? ¿Por qué exclusivamente el 184? Como se podrá deducir, en relación a este medio periodístico, el tema no termina de manera tan abrupta, sino que existe la ilusión de desentrañar algunos interrogantes. En una próxima nota, quizás el propio Matías sea el encargado de entregar las respuestas”.
Hubo un intento por contactarlo para concretar el reportaje. Sin embargo, no prosperó. Las semanas y los meses fueron transcurriendo sin mayores novedades de la entrevista. Hasta que una mañana de principios de septiembre, en la esquina de Freire y Céspedes -¿qué otra si no?- allí estaba, esperando en la parada del 184, y preparado, como tantísimos veces, para volver a subirse al colectivo. El contacto se dio por casualidad y el diálogo fluyó: “¿Matías?”, lo saludó el periodista. El vendedor ambulante respondió amablemente y tras unos breves momentos de charla, el terreno quedó listo para que la anhelada nota se lleve a cabo. No ameritaba que fuera en ese mismo momento, pero la excelente predisposición que demostró permite vislumbrar que a lo mejor, muy pronto, sus respuestas queden finalmente asentadas por escrito.
Foto: Infobae.
Deja un comentario
Debes estar logeado para dejar un comentario