“Si te parece bien venite mañana a eso de las 15:30 y charlamos…” Del otro lado de la línea telefónica, Damián allanaba el camino para la realización de la entrevista. ¿El objetivo? Hablar de Dameli, una de las farmacias tradicionales del barrio, ubicada en Colegiales pero también identificada, por cercanía, con Belgrano y Villa Ortúzar. Virrey Avilés 3371 es su dirección. Claramente, se encuentra dentro del distrito colegialense. Sin embargo, al día siguiente, ya durante el reportaje, el propietario de la farmacia confirmará que suele haber confusiones, por ejemplo, de parte de la gente que los abastece de mercadería. “En el domicilio, a veces ponen Belgrano, otras Ortúzar… Yo sé que estamos en Colegiales, pero bueno, ya estoy acostumbrado”, cuenta, con una sonrisa.
La conversación transcurre tal como estaba previsto. El negocio está muy concurrido. Pero el anfitrión dispone de unos minutos para atender a este medio en su oficina, un sitio tranquilo en el cual abundan elementos afines al mundo farmacéutico. Entonces, acomodado en su silla, se larga a contar sobre los comienzos del comercio. “Lo fundaron mis padres, Ricardo y Diana, en agosto de 1997. Yo era muy chico, nací en diciembre de 1983, así que todavía no había cumplido los 14 años”.
Una consulta dirigida al motivo del nombre se impone: ¿por qué Dameli? “Bueno, por Damián, que soy yo, y porque mi hermana se llama Eliana”, es la respuesta, cuya primera parte era casi obvia.
“Ellos ya habían abierto una farmacia en Villa Devoto. Esta fue la segunda. Cuando mi papá falleció, hace unos veinte años, mi mamá se volcó de lleno a administrar ambos negocios, y comenzó a guiarme para que yo pudiera dedicarme a este local. De a poco fui aprendiendo, hasta que llegó el momento de largarme solo. Ahora, si bien ella pasa más tiempo allá y yo acá, nos complementamos en ambos espacios, conformamos un equipo”, cuenta Damián, agregando –ante la consulta- que su hermana Eliana no participó del negocio familiar sino que apuntó laboralmente a otros rumbos.
El avance de la charla deja al descubierto la revelación de que, en realidad, el pionero en el ramo fue su abuelo materno Julio. “Él llegó a la Argentina con sus padres, siendo muy chico. Vinieron desde Polonia, poco antes de la Segunda Guerra Mundial. Y más adelante tuvo una farmacia, en Villa Luro”. Por si esto fuera poco, su abuelo paterno, Mario, también incursionó en el rubro farmacéutico. “Su comercio estaba en una zona entre Belgrano y Núñez. Es curioso, pero mis padres aún no se conocían y sus respectivas familias ya estaba relacionadas con el sector”, añade Damián.
A la hora de hablar del barrio se le dibuja una sonrisa: “Me casé y ahora estoy en Villa Urquiza. También he vivido en Belgrano, pero Colegiales me encanta, lo siento como mi casa”. Al margen de lo que es la geografía del barrio, Damián elogia, además, a su gente. Y es esto, justamente, lo que lo lleva a sostener que lo que más le agrada de su trabajo es el contacto con el público. En ese sentido, más allá de su condición de dueño de la farmacia, es posible verlo asiduamente desempeñándose en el mostrador, una situación que da lugar para que el reportaje se corra hacia temas de actualidad. “Las cosas están difíciles y se nota. Desde luego que la gente no puede prescindir de los remedios, por eso, no nos ha faltado la clientela. Ha influido que el contacto con el público, como recién decía, es para nosotros un valor primordial. Pero en productos que no son de primera necesidad, como las cremas o los perfumes, las ventas sí mermaron”.
La nota terminó. Tras la despedida, Damián –de riguroso guardapolvo blanco- continuará trabajando a la par del personal. En el exterior del local, un cartel blanco indica: Dameli. ¿Un dato de color? La banda roja que lo cruza, también confirma la condición riverplatense de su dueño.
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