Cacho, el kiosquero, reclamó, no sin cierta cuota de razón: «Che, cuando fue el aniversario de la estación Colegiales ni siquiera me nombraron… Hace 60 años que estamos acá». El reproche hacia un integrante de nuestro staff que días atrás atravesaba la zona de Federico Lacroze y Crámer, tenía sus fundamentos: cuando en abril realizamos una nota por los 120 años de la estación, ignoramos a Cacho y su puesto de diarios, el cual, había sido atendido por su padre allá por la década del Cuarenta, aún antes de que él se hiciera cargo.
Pero el tirón de orejas no contenía un nivel de enojo como para que pudiera ser catalogado de «mala onda». Por ende, el diálogo con el histórico canillita fluyó de manera instantánea. Ante la pregunta que se caía por su propio peso (¿cómo está la situación?) respondió: «Lo del túnel a nosotros nos mató. Se vende menos que antes. Pasa poca gente por acá. A eso hay que agregarle el tema de internet. Ahora casi todos tienen computadora y leen las noticias por ahí. La venta de diarios y revistas bajó un montón… Mirá, el puesto es una juguetería…»
Pascual Alberto Romeo -el nombre que figura en su DNI- señaló un punto de su sitio de trabajo donde, en efecto, los juguetes ocupaban un lugar destacado. En otros rincones de la parada, se observaba idéntico panorama: «Tengo que traer otras cosas porque sólo con la mercadería tradicional no alcanza, me moriría de hambre», dio a antender, reflejando los padecimientos de tantos comerciantes de éste y otros rubros, que ante los vaivenes de la coyuntura social y económica deben aguzar la imaginación para que no los tape la ola.
Cacho no es de quejarse. Al menos, esa sensación se desprendía a partir de algunas conversaciones previas a este encuentro. Sin embargo, ésta vez no ocultó su preocupación. Para colmo, su puesto original, el del andén hacia José León Suárez y Bartolomé Mitre, sigue inhabilitado debido las refacciones que en 2015 arrancaron en la estación. Refacciones que, insólitamente están paralizadas desde hace más de un año por motivos que nunca se le aclararon a los vecinos.

El histórico puesto de diarios que continúa cerrado. Por tiempo indeterminado, Cacho trabaja sólo con el de Lacroze y Crámer.
En consecuencia, de las dos paradas de su propiedad, sólo funciona una: la del extremo sur del andén. «No se entiende bien qué pasa, pero bueno, hay que esperar», deslizó, con más resignación que fastidio. Y remató, como para graficar la nueva realidad del rubro canillita: «¿Sabés lo que era un domingo para nosotros? El mejor día de la semana. ¿Te digo cuántos diarios vendí el domingo pasado? Sólo dos…»
Pese a todo, su buen humor no se apagó. Y ante la promesa de que sería mencionado en una próxima nota de este medio, Cacho se quedó tranquilo…
Deja un comentario
Debes estar logeado para dejar un comentario