Este domingo es el Día de la Madre. Este 17 de octubre también festejaría mi mamá sus 100 años. Daría años de mi vida para poder volver a verla, aunque sea solo por un instante. Ella me mira con su ternura y su severidad, y me dice: “Adelante Raquel, que vos podes”.
Hermana, vienes a mí como el hada Campanita, a regalarme un don. Hoy te vi y reconocí que eres hermosa y vital. Aunque pase el tiempo y me transforme, soy igual que antes, cantemos juntas aunque desafinemos, cantemos juntas la Gloria del Señor y disfrutemos de la vida con fervor y alegría.
Volaremos como los pájaros y las mariposas, cruzaremos el aire como los globos y los barriletes, y después rezaremos por nosotras y por todos nuestros seres queridos.
Daniel, hermano mío, por qué emigraste…Fueron acaso circunstancias que desconozco y que no quisiste develar, porque salían de lo profundo de tu alma pura. Te llevaste tu guitarra, con la cual nos deleitabas con sus acordes y tus canciones que nos transportaban a mundos de fantasía. Por muchos años no pudimos vernos, si bien nos manteníamos en contacto gracias a tus cartas. Algunas de ellas contaban la felicidad de tu nueva vida, otras estaban cargadas de la nostalgia que te producía la distancia con tus seres queridos.
Al fin pudiste volver a visitarnos cuando amaneció la democracia. El reencuentro fue hermoso, como si nunca te hubieras ido. Viniste con tu nueva familia, tu esposa y tu hijo, de la misma edad que el mío, y todos pudimos disfrutar de compartir reuniones y paseos… Hasta que llegó el día en que volviste a partir. Pese a que es difícil saberte lejos, pude viajar a visitarte; también volviste a visitarnos, conocí a mis nuevos sobrinos y disfrutamos juntos momentos de gran felicidad.
Son pocas las palabras que hay para expresar cuánto significa ser madre: es estar presente en todo momento, especialmente, en circunstancias en las que un hijo está angustiado o con temor. Estimularlo siempre que hace algo bien, enseñarle a aprender de sus errores. Y sobre todo, a dar y a recibir afecto, a tener confianza en él y en los demás, a amar a Dios, a tener valores positivos, a que sepa perdonar, a aceptar la realidad tal como es y a que luche para ser cada día una mejor persona.
Raquel Seltzer
Deja un comentario
Debes estar logeado para dejar un comentario