En esta etapa de la cuarentena, uno de los rubros que más parece haber despegado en comparación con los primeros tiempos del confinamiento, es el de las bicicleterías. Allá por abril y mayo, los negocios destinados a esta actividad, presentaban inconvenientes similares a lo que era el panorama comercial general. La no autorización para abrir en primer lugar, y luego para hacerlo con restricciones, aunque con poca gente en las calles, conspiraba contra el desenvolvimiento de los bicicleteros. En la actualidad, la situación es totalmente diferente: considerando las largas filas que se observan en las puertas de los negocios del sector, casi no caben dudas de ello.
En Colegiales y alrededores, los usuarios deben armarse de paciencia y aguardar su turno. Estas escenas se ven, por ejemplo, en las dos bicicleterías históricas de la zona: Busato (Giribone entre Gregoria Pérez y Céspedes) y De Felice (Superí esquina Virrey Olaguer y Feliú). Ante la existencia de los protocolos que impiden ingresar al local, los clientes esperan a que los encargados salgan a su encuentro, a menudo, acompañado por niños de la familia, que llevan sus propios vehículos.
Luego de un período de transición, a partir de la reapertura de numerosas actividades, en las bicicleterías las cosas cambiaron en forma rotunda. Claudia, una de las dueñas de Rodados Busato, se lo confirma a este medio, y también, cómo ciclista que es, aprovecha para hacer un comentario sobre lo que acontece en las ciclovías: “Yo vengo muy seguido por la de La Pampa. Les pido a los que te van a pasar por al lado, sobre todo los que andan en monopatín, que avisen cuando se quieren adelantar. Ni timbre ni bocina: que te peguen el grito. A veces vos sentís el roce y te sorprendés porque es alguien que se mandó sin avisar”.
El hecho de que, por diversas razones, el “Quedate en casa” haya perdido su consistencia original, ya sea en relación a los adultos como a los adolescentes y niños, incide para que se manifieste el fenómeno descrito. Los chicos siguen si ir al colegio, pero sí cuentan con la aprobación para salir de sus domicilios; los grandes deben movilizarse pero, dentro de lo posible, deben evitar los medios de transporte tradicionales. Estos factores, especialmente, provocaron el incremento en el trabajo de los bicicleteros, dejándolo quizás, por encima del nivel que existía antes de la pandemia.
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