Gustavo Cerati falleció el 4 de septiembre de 2014. Desde entonces, mucho se ha hablado sobre él. Los datos biográficos comenzaron a acumularse para reconstruir su vida. Y no solamente lo estrictamente relacionado a la música. Los años previos a la explosión de Soda Stéreo, movilizaron un importante interés. Su infancia y adolescencia se convirtieron en objeto de investigación. Todo, en función de la inmensa repercusión que tuvo Cerati en el ambiente artístico, a la largo de tantos años de labor profesional.
Sin embargo, hay un dato que no ha sido muy divulgado: Gustavo vivió en Colegiales. Lo hizo durante su niñez, previamente a mudarse con su familia a Villa Ortúzar. Acerca de su residencia en este barrio sí hay copiosa información, si bien también ha circulado alguna versión errónea de que el músico tuvo aquí su primera vivienda. Pues no fue así, aunque tampoco esto sucedió en Colegiales. Vayamos por partes:
Nacido el 11 de agosto de 1959, fue el primer hijo de Juan José Cerati y LIlian Clark. Sus padres vivían en el barrio de Barracas. Cuando Gustavo tenía dos años, se mudaron a Virrey Arredondo y Conde, en Colegiales. Esto ha sido narrado por Juan Morris en su libro
“Cerati la biografía” (Editorial Sudamericana). “La casa quedaba en un PH con tres departamentos, al fondo de un pasillo profundo. Era una construcción de techos altos, con un living comedor enorme, una cocina apretada, tres cuartos y un patio de baldosas flojas con una pequeña franja de tierra en la que crecía un gran pino. En cuanto la vieron, Lilian y Juan José supieron que era lo que habían estado buscando. Uno de los cuartos era perfecto para ellos, el otro para que durmieran Gustavo y Estela y el que daba al patio podían usarlo para jugar”.
Ya había nacido su hermana mayor, y pronto llegaría Laura, la menor. El relato continúa de esta manera: “Después de resolver los últimos trámites del crédito se mudaron a la nueva casa, en una zona residencial, en el borde de un barrio rico y tradicional como Belgrano, y otro más modesto como Colegiales. Una migración que equivalía a un ascenso social dentro del trazado inmobiliario, dejando atrás un barrio obrero al sur de la ciudad, aunque ni Lilian ni Juan José se deslumbraban por la escala simbólica de las cosas: estaban buscando una casa cómoda en un barrio de calles tranquilas, con una plaza para llevar a los chicos, una escuela cerca”.
La narración hace un salto de varios años, estableciéndose allá por fines de la década del Sesenta, cuando se produjo la mudanza de la familia (ya con tres hijos) a Villa Ortúzar. “Al año siguiente, después de pagar el crédito hipotecario de la empresa, volvieron a mudarse. Con el nacimiento de Laura el PH les había quedado chico. A Lilian, además, la cocina nunca le había gustado y Juan José quería un garaje para guardar el Falcon porque en la calle se lo habían rayado varias veces. Con un nuevo crédito compraron una casa más grande, en Villa Ortúzar, un barrio de construcciones viejas, calles empedradas y talleres mecánicos, en una zona tranquila de la ciudad. Tenía un living con chimenea, una cocina amplia donde cabía una mesa para comer durante la semana, y ventanales que daban a la terraza de baldosas moradas, había un cuarto para ellos, uno para Laura y Estela, y otro de servicio más chico para Gustavo”.
El mayor de los hermanos Cerati andaría por sus diez añitos y esta vivienda estaba en Heredia y Giribone, a unas diez cuadras de la anterior. Bastante se ha escrito acerca de esta nueva etapa en la vida del cantante. De Colegiales, aunque a cuentagotas, también se hizo referencia. Descubierto el dato de la casa de Arredondo, a partir de esto, no obstante emergen otras incógnitas: ¿Dónde estaba, concretamente, la casa? ¿Sigue existiendo? ¿A qué colegio fue Gustavo mientras vivían allí? En fin, interrogantes que aunque vigentes hoy por hoy, muy lindo sería poder develar en una próxima nota.
Foto: la esquina de Virrey Arredondo y Conde, mucho más «acá» en el tiempo.
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