Gente de Cole

Frank Brown vivió en Colegiales

Es difícil imaginar hoy en día que un payaso de circo pudiera haber alcanzado tal nivel de fama en nuestro país. El arte del circo, que en épocas pasadas disfrutó de gran prestigio, parece estar hoy completamente desactualizado. Sin embargo, a principios del siglo XX, Frank Brown se destacó de manera excepcional en su profesión, convirtiéndose en un ícono del entretenimiento en Argentina. Su trayectoria fue un reflejo de la rica historia del circo, un espectáculo que ha fascinado a generaciones.

Frank Brown nació el 6 de septiembre de 1858 en Brighton, Inglaterra, en el seno de una familia con una rica tradición circense. Desde pequeño, se sintió atraído por el mundo del espectáculo, siguiendo los pasos de su abuelo y su padre, quienes también eran artistas de circo. Esta herencia familiar le permitió crecer inmerso en un ambiente donde el arte y el entretenimiento eran parte de la vida diaria. Desde muy joven, se unió a la compañía familiar, lo que le permitió viajar y actuar en diversas partes del mundo, adquiriendo una vasta experiencia que lo formó como artista.

En 1884, Frank decidió establecerse en Buenos Aires, donde rápidamente ganó popularidad y se le conoció como el «Rey de los Payasos». Su habilidad para realizar acrobacias y su carisma natural lo convirtieron en un favorito del público, que llenaba las gradas para verlo actuar. Brown tuvo la oportunidad de compartir escenarios con los hermanos Carlo y junto a los renombrados Podestá, convirtiéndose en un referente del circo argentino.

A lo largo de su carrera, Frank Brown no solo se destacó en el circo argentino, sino que también recorrió el mundo llevando su talento a lugares tan lejanos como la India y África, así como otros destinos en Europa y América. Su versatilidad y capacidad para conectar con el público lo hicieron destacar en una época dorada del circo, donde su figura se convirtió en sinónimo de alegría y entretenimiento. Se dice que su risa contagiosa y su capacidad para hacer reír a los niños y adultos por igual lo convirtieron en un verdadero embajador del circo.

Después de una exitosa carrera, Brown se retiró en 1924 y decidió disfrutar de su vida en la tranquila zona de Colegiales. Se asentó con su esposa Rosita en una casa situada en Enrique Martínez 825, donde permaneció durante aproximadamente 20 años, hasta su fallecimiento en 1943. Su hogar fue demolido en 1950 para dar paso a un edificio de tres plantas que todavía se encuentra en pie.

El impacto de Frank Brown fue tal que una calle en Buenos Aires lleva su nombre: Frank Brown, la única arteria de la ciudad dedicada a un payaso, con una cuadra de longitud, ubicada en el barrio de Bajo Flores. Esta nomenclatura refleja el respeto y la admiración que la sociedad argentina siente hacia su figura. No habría estado mal que el nombre de la calle hubiera sido puesto en nuestro barrio; de haber sido así, quizás los residentes de Colegiales de hoy tendríamos una mejor noción de quién fue este ilustre personaje, cuya vida y obra dejaron una huella indeleble en el panorama cultural de Argentina.

Su legado perduró no solo en el corazón de aquellos que lo vieron actuar, sino también en la historia del entretenimiento argentino. Tras su fallecimiento, fue enterrado en el Cementerio Británico de la Chacarita, donde muchos fanáticos y admiradores han visitado su tumba para rendir homenaje a uno de los artistas más emblemáticos del circo. La historia de Frank Brown es un recordatorio de que el arte del circo, a pesar de su aparente declive, sigue vivo en la memoria colectiva y en el cariño de quienes disfrutaron de su talento único.

Foto: el edificio de Martínez 825. Antes allí hubo una casa donde vivió el afamado payaso inglés.

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