Hace casi un año, este medio entrevistaba a Eduardo Blanco. El reconocido actor, vecino de Colegiales, se entregaba amablemente la charla en el restaurante del Centro Montañés. En aquel entonces, desarrollaba un papel protagónico en la laureada obra teatral Parque Lezama, junto a Luis Brandoni. En dicha obra trabajó durante muchos años y cada tanto, era requerido por la prensa para hablar de este y otros temas. En aquel reportaje de 2024, en cambio, debido a su condición de vecino, el foco de la conversación no estaba puesto en su labor profesional sino, precisamente, en nuestro barrio. Así, Eduardo arrojaba, por ejemplo, opiniones como para elaborar este título: “Colegiales me encanta”.
En estos días, el artista nacido en 1958, ha vuelto a ser convocado desde los medios de alcance masivo. Y cada vez que eso ocurre, a quienes lo conocen de verlo haciendo las compras, caminando por la vereda o andando en su bicicleta, como tanto le gusta, seguramente una sonrisa se les dibuje en el rostro.
La prensa lo ha convocado, porque Blanco es uno de los protagonistas de la obra “Empieza con D, siete letras”, en la sala del Teatro Politeama. La dirigen Juan José Campanella y Cecilia Monti, y además actúan Fernanda Metilli y Gastón Cocchiarale.
En función de los reportajes que concedió, Eduardo vertió también una gran cantidad de opiniones. A Tatiana Shapiro, de Infobae.com, por ejemplo, le dijo, cuando la periodista le preguntó si alguna vez le salió mal alguna vez el escenario:
—Bueno, con Beto (Brandoni), imaginate: en 1300 funciones que hemos hecho de Parque Lezama, nos ha pasado de todo, muchas veces. Cortes de luz, por ejemplo.
Después respondió, qué se hace ante un corte de luz: “Los actores intentamos seguir. Pero es imposible. Siempre es costoso arrancar nuevamente la función porque no es como una película: la dejaste ahí, prendés y arranca de vuelta. Pueden pasar millones de cosas: que se caiga una parte del decorado, que alguien se tropiece, sentirte mal…”.
Y cuando debió contestar sobre la peor función de su vida, dijo: “Lo peor no es cuando te olvidás la letra, porque para eso uno tiene oficio, sino lo que llamamos que se te haga un blanco: “¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿Qué hago acá?”. Si un compañero no me auxilia, no tengo la menor idea de cómo salir de esto. Eso me pasó dos veces, nada más. También me pasó un par de veces, y es grave, que te tientes de risa sin que el público sea cómplice. Es muy angustiante porque no podés seguir. Parece que estuvieras cargando al público y es muy desagradable”.
Entre muchísimas preguntas más, también lo consultaron cómo se lleva con el manejo del dinero. “Soy básico –señaló-. Cuando me agarró la pandemia venía de trabajar un año y medio en España, entonces la pasé relajadamente, gastando lo que había ahorrado. Esto es un poco la vida de muchos actores: tenés trabajo, ganás plata; después no tenés trabajo. A lo mejor estuviste seis meses esperando a que la película se filme, y en ese tiempo igual hay que pagar las cuentas o comer. Entonces, voy gastando de aquello que ahorré”.
Además le tocó vérselas con José Totah, de lanacion.com.ar. El reportaje también fue largo. Pero entre tantas opiniones, elegimos esta, donde respondió cuál es la obra de teatro medular de su carrera: “No tengo que pensarlo mucho. Es Parque Lezama, que hicimos con Beto Brandoni. La estrenamos en 2013 y llegamos a más de 1300 funciones. Primero la hicimos en distintos teatros de Buenos Aires, luego en el interior del país, en Uruguay, y la llevamos a Madrid. Nos fue bárbaro. Además, para rematarla, el año próximo hacemos la película”.
Foto: Eduardo Blanco, durante la entrevista en el Centro Montañés.
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