Graves problemas económicos e institucionales estallaron para River en 1983. En la primera parte del año se disputó el Torneo Nacional y a continuación, el Metropolitano (aunque ese ya no era su nombre oficial sino Campeonato de Primera División). En el transcurso de este último, el plantel profesional –que entre muchos otros cracks tenía a Ubaldo Fillol y Enzo Francescoli- se declaró en huelga. Los futbolistas titulares habían actuado por algunas fechas en el comienzo del certamen, pero unas semanas después, su cese de actividades finalmente se concretó.
Frente a Unión y en condición de local, en reemplazo de los profesionales, River presentó una alineación de emergencia con un técnico de las inferiores, Martín Pando, quien para que vistieran la casaca de la banda roja escogió a un grupo de debutantes surgido de las divisiones menores, en especial, de cuarta y quinta división. Así, los que entraron a la cancha con Unión (que venció 3 a 0) hicieron su estreno absoluto en la división superior. En ese cotejo Cochella fue suplente. En el segundo partido de los juveniles (13 de julio de 1983), los Millonarios visitaron a Platense. Allí el arquero Carlos María Cochella, empezó como suplente, pero más tarde ingresó por el titular, Adrián Rodríguez, quien se lesionó sobre los 23 minutos del segundo tiempo.
Pese a sus contrariedades, River ganó 2 a 1, con este equipo: Adrián Rodríguez (Carlos Cochella); Ricardo Vélez, Roberto Diéguez, Carlos Karabín y Guillermo Nicosia; Héctor Vittor, Néstor Gorosito y Claudio Gavazzi; Sergio Mercado, Sandro Andreani y Fabio Nigro. Los goles fueron señalados por Gavazzi y Mercado.
Varios de estos muchachos, continuaron actuando durante los siete cotejos en que River fue representado por formaciones de emergencia (algunos como Gorosito y Troglio –que ante Platense integró el banco de suplentes- incluso hicieron grandes carreras). Para otros, su debut fue además su despedida. Uno de ellos, Cochella, regresó al banco luego de su primer y último partido oficial. Su trayectoria, proseguiría más adelante en el ascenso, sobre todo en Nueva Chicago, donde protagonizó una extensa campaña.
COCHELLA DIXIT
“Norberto de la Riestra, el pueblo donde nací, queda a unos 150 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. Mi papá tenía un empleo en el correo y mi mamá, trabajaba como maestra. Yo empecé mi carrera en el Unión de Bordenave, una localidad del Oeste de la Provincia de Buenos Aires, cerca del límite con La Pampa… El club participaba en la Liga de Puán. A los 16 años debuté en la primera división y en esa misma temporada salimos campeones. Después fui a Racing, de la localidad de General Lamadrid. También salimos campeones. La final del torneo se definió por tiros desde el punto penal. Yo arranqué como suplente pero entré para la serie definitoria y se nos dio. Ahí tenía 17 años.
En abril de 1982, gracias a un contacto con José Ramos Delgado, que trabajaba en las inferiores de River, viajé a probarme y quedé. Entré derecho a la cuarta división. Atajé en esa categoría y en reserva. Recuerdo que poco después también ficharon a Goycochea, que venía de Defensores Unidos de Zárate. Con Goyco coincidimos, estando juntos en reserva y primera.
En el ’83 arrancó un famoso campeonato juvenil, el Proyección 86. Se jugaba un partido por semana, a la noche, y lo televisaban en directo desde la cancha de Vélez. Yo fui el arquero titular de River. Pipo Gorosito, por ejemplo, también integraba ese equipo. La cuestión es que pronto, a los chicos del Proyección 86, nos subieron a la primera por el conflicto con los profesionales. En las transmisiones televisivas hablaban de que en cualquier momento podríamos llegara a debutar… Y es lo que finalmente sucedió. Martín Pando, el técnico, le dio la titularidad a Adrián Rodríguez y yo fui como suplente. Pero en nuestro segundo partido Adrián se lastimó en el transcurso del segundo tiempo contra Platense en Vicente López, justo después de atajarle un penal a López Turitich. Estábamos ganando 1 a 0, con gol de Gavazzi. Me tocó entrar. Cinco minutos después del penal Mercado metió el 2-0 y otros cinco minutos más tarde, Scigliano descontó para Platense. Ellos dejaron todo para empatar pero nosotros aguantamos bien y nos quedamos con el triunfo.
¿Si sentí miedo al tener que entrar? No, para nada. Nosotros éramos amateurs y teníamos unas ganas bárbaras de jugar. A los veinte años enfrentás cualquier cosa.
Esos fueron mis únicos minutos oficiales en la primera de River. Para al partido siguiente, con Unión en el Monumental, ya se había recuperado Adrián y yo volví al banco, donde estuve los siguientes partidos, hasta que se solucionó el conflicto con los profesionales.
Esto, con respecto a la primera rueda. Más adelante, en las revanchas, volví a integrar el banco. Fue un partido que perdimos con Independiente 2 a 1, de local. Resulta que Gabriel Puentedura, que venía siendo titular, se había lesionado en una práctica. Entonces el domingo atajó Goycochea y yo fui de suplente. El técnico ya era Jorge Dominichi. Como titulares, entre otros, estaban Gallego, Francescoli y Héctor Enrique. Ese día compartí el banco, por ejemplo, con Mostaza Merlo, que no entró.
Tengo otra anécdota muy linda… En ese torneo Metropolitano, al comienzo, también estaba Fillol. Un día, en medio de un entrenamiento de la primera, al Pato lo llamaron porque creo que iban a transferirlo. Como tuvo que dejar la práctica fueron a buscarme de urgencia a mí, que estaba en las canchas auxiliares. Dominichi me mandó directamente al arco de los titulares. Al rato, veo que vuelve Fillol y se pone detrás… Le hice señas para que hagamos el cambio, pero el Pato me dijo “no, quedate vos”. Y seguí. Por esa misma época él fichó para el Argentinos Júniors que dirigía Ángel Labruna. Un tiempito después pasó al Flamengo y más adelante al Atlético Madrid.
A principio de 1983, viajamos a Corea del Sur a jugar un torneo en representación de la Argentina. Julio Grondona y Aragón Cabrera, el presidente de River, acordaron que fuéramos nosotros, los juveniles, reforzados con muchachos que ya tenían algo más de rodaje en primera, como Messina y Héctor Enrique, más algunos chicos de otros equipos. Se sumaron Cacho Borelli, de Platense, el Monito Zárate, de All Boys, Solaberrieta de Kimberley de Mar del Plata, y Olivera, de Independiente. Perdimos los tres partidos, con México y con Corea 1 a 0, y con el Flamengo de Brasil 3 a 0. Contra México y Corea me tocó ser suplente de Adrián Rodríguez, de igual manera a cómo sucedería más tarde en el Metropolitano. Con Flamengo atajé yo… Me acuerdo que para ellos jugaba Bebeto…
También viajé con el plantel de primera a San Juan, donde hicimos un par de amistosos con Juventud Alianza. Eso fue en agosto del ’83. El titular fue Goycochea. Al equipo todavía lo dirigía José Varacka, pero octubre renunció y lo reemplazó Dominichi, que ya trabajaba en el club.
A fines de 1983 quedé libre. Tenía veinte años. A esa edad se define si te hacen el primer contrato o te dejan en libertad de acción. Me ocurrió lo segundo. En diciembre hubo elecciones, ganó Hugo Santilli y se terminó el largo mandato de Rafael Aragón Cabrera. El 31 de diciembre, dejé de pertenecer a River. Para mí fue difícil: era titular en cuarta, en reserva jugué un montón, entrenaba con primera… Por supuesto que me hubiese gustado quedarme, a pesar de no saber si habría tenido posibilidades o no. Pero bueno, así es el fútbol… Con la nueva dirigencia firmó el uruguayo Luis Cubilla como técnico. Se renovó el plantel y entre tantos refuerzos, para el puesto de arquero contrataron a Nery Pumpido, de Vélez.
Por mi parte, en febrero del ’84 empecé la pretemporada con Nueva Chicago, que acababa de descender a la vieja Primera B. Como el club venía de estar en la A, me conocían. De todos modos no arranqué de titular. Todavía era muy joven y éramos varios para la misma posición. Por aquellos años pasaron por Chicago Quinto Pagés, Sebastía, Prono, Fortunato, Anhiello, Víctor Stinfale, que actualmente es conocido por su función de abogado… Incluso en cierto momento se habló del Loco Gatti, pero al final no vino. Empecé a tener continuidad en primera un tiempo después.
En 1986 se creó el Nacional B. Nosotros no clasificamos y quedamos en la B Metropolitana. Por aquellos años agarré la titularidad. La intención del club era la de pelear arriba y a menudo éramos protagonistas pero no se nos daba el ascenso. El equipo en esa segunda mitad de la década del Ochenta era muy bueno, lo integraban muchos chicos salidos de las inferiores. En uno de los mejores momentos, de los once que entraban a la cancha, los únicos dos que no se habían formado en el semillero éramos Bartolucci –un delantero que vino de Córdoba- y yo. En la temporada 1990/91 finalmente logramos subir al Nacional B: le ganamos la final del Zonal Noroeste a Gimnasia de Concepción del Uruguay. Por haber empatado en la ida y en la vuelta, se definió desde el punto del penal. Atajé uno de los tiros, ellos desviaron otros dos y festejamos allá en Entre Ríos.
Me fui de Chicago unos años después, habiendo vivido cosas hermosas y con más de 150 partidos encima. Mi trayectoria prosiguió en Douglas Haig de Pergamino, Deportivo Norte, Kimberley (los dos de Mar del Plata), Germinal de Rawson y terminé en Stormers de Bolivia, en 1996.
Una vez que colgué los guantes, me desvinculé del fútbol, más allá del contacto con ex compañeros y la gente de la actividad en general. En lo laboral me dediqué a otras tareas, nada que ver con el deporte. Desde 2017, trabajo en una empresa de control de plagas y suelo viajar por la Provincia de Buenos Aires. Pero ahora que existe esta chance comunicarse por las redes sociales, con los muchachos de River también tenemos nuestro grupo de Whatsapp, por donde se habla, se comparten fotos, etc. Quedó una gran relación.
¿Si gané plata en River? Yo no tenía contrato, al ser amateur no cobrara sueldo. Premios y viáticos sí me pagaron, como en los viajes a Corea y San Juan. De todos modos, al menos a mí, a esa edad no me importaba la plata, yo lo que quería era jugar”.
Foto: Carlos en Chicago (historiascoperas.blogspot.com).
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