Hace 55 años años, el taller de electricidad del automóvil «Tomalino» surgía en Martínez entre Jorge Newbery y Santos Dumont. Fundado por Esteban Tomalino el 1º de julio de 1963, cuando su padre falleció, uno de sus cuatro hijos, Gabriel, tomó la posta. Él todavía no había nacido el día que la actividad comenzó en aquel modesto local de Martínez 261. Y apenas contaba con 22 años, cuando debió hacerse cargo del negocio. Hoy, su taller es un referente de Colegiales. En la noche de un frío y lluvioso 2 de julio, no levantó la persiana para trabajar, sino para celebrar junto a familiares, amigos y vecinos el significativo aniversario: «Como siempre la cuadra, el barrio, los clientes y los amigos nos acompañaron; llegaron a ser casi cien personas. Teniendo en cuenta el clima y la hora estoy más que satisfecho», le dijo Tomalino a este medio.
Luego detalló: «No pedimos nada porque era una reunión íntima, mi suegra hizo la torta, mi mamá, que es socia fundadora, nos acompañó con bombones y aún diciendo que no trajeran nada, las mesas se llenaron de entrada, comida y postre. Una amiga, Fernanda, hizo unos snacks, mi señora unos sandwichitos bárbaros y la mesa dulce la trajeron los asistentes. Después soplamos la velita y nos comimos la torta. Adelantando el patio cervecero, preparamos con mi familia 168 porrones de cerveza roja, que es el color que nos identifica».
A continuación, haciendo un repaso, nombró algunos íconos colegialenses muy emparentados, por su cercanía, al histórico taller: «Pasaron el Mercado Dorrego, la cancha de Fénix, la villa Dorrego que llegaba a las vías del tren Mitre, la ocupación momentánea de la villa 31, la apertura del Mercado de las Pulgas, su mudanza al nuevo predio, ex Mercado Dorrego, la apertura de las calles hasta Dorrego, la inauguración de la Escuela 13, de la plaza Mafalda, y un montón de cosas más…»
En relación a los festejos, sostuvo: «Todo el mundo se fue contento, nosotros chochos y la rueda sigue girando. Se comprometieron a presenciar el festejo del centenario, pero no sé cuántos llegaremos. Como siempre fue una noche especial, con chicos, adultos y abuelos que se acercan ante cada actividad que proponemos, además participan y ayudan en todo. Soy un privilegiado», señaló, orgulloso el dueño del emblemático sitio de la calle Enrique Martínez donde más allá de las labores habituales, periódicamente se organizan eventos culturales con fines sociales.
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