Gente de Cole

Museo Fotográfico Simik, una historia detrás de cada cámara

Alejandro Simik está muy atareado, con proyectos que lo tienen de un lado al otro de la ciudad. De todos modos, cabe destacar su predisposición para atender a este medio barrial. “Estamos por abrir un museo de cine”, cuenta el propietario del Bar Palacio/Museo Fotográfico Simik, el emblemático sitio gastronómico y cultural cuyo reconocimiento superó ampliamente las fronteras zonales y hasta tiene fama mundial. Prueba fehaciente de ello, es una nota publicada recientemente en el New York Times, en la cual un cronista extranjero describió las bondades de Chacarita. En ese contexto, destacó con generosidad su vsita al reducto de Federico Lacroze y Fraga.

Alejandro Simik durante la entrevista. Abajo, algunas imágenes del salón de Lacroze y Fraga.

Si bien no lo manifiesta enfáticamente, se vislumbra la satisfacción de  Alejandro frente los reconocimientos que el bar/museo suele recibir. El portal oficial del Gobierno de la Ciudad también lo tiene entre sus recomendados. “El Museo comenzó a funcionar como tal en febrero de 2002, con la inauguración de su primera vitrina. A este le brinda espacio en su local e instalaciones Bar Palacio. Uno de los objetivos de la creación del Museo es la transmisión didáctica, visual y técnica de la evolución de la fotografía y las cámaras fotográficas desde sus inicios, con el objeto, que en forma libre y gratuita, cualquier persona pueda disfrutar de él. Fue creado y es dirigido por Alejandro Simik, que es fotógrafo publicitario”, reseña turismo.buenosaires.gob.ar.

Estas líneas dan lugar a bosquejar los orígenes de Simik en la fotografía: “Yo nací en José Ingenieros, a pocas cuadras de Fuerte Apache. En cierto momento de mi vida, me dediqué a trabajar en eventos sociales. Hacía cumpleaños, casamientos, fiestas de 15… La fotografía siempre me gustó, y también me interesó el rubro gastronómico”. Alejandro evoca aquellos tiempos, sentado a una mesa del bar, en un mediodía de viernes. Por el ventanal que da a la avenida, se ve cómo raudamente circulan vehículos y peatones. En el bar, un clima sereno, contrasta en forma notoria con la velocidad que gobierna el panorama exterior.

“Mi apasionamiento por la historia de la fotografía me llevó a coleccionar cámaras antiguas. De a poco, comencé a traerlas para decorar este lugar. Acá también he organizado exposiciones y di cursos de fotografía. La cuestión es que hace alrededor de 20 años, ya eran tantos los objetos que había traído –hoy son más de dos mil-, que el museo empezó a cobrar vida”, cuenta Simik, quien después de la pandemia, se dio el gusto de abrir una sucursal en Perú 614, San Telmo. Y es en el mismo barrio, precisamente, donde está enfocado el proyecto de hacer el mencionado museo del cine.

“Resulta que con el transcurso de los años, también fui acumulando elementos afines a esa industria. Cuando una se dedica a juntar material del rubro fotográfico, a menudo realiza adquisiciones que vienen acompañadas de muchísimos objetos vinculados al mundo cinematográfico. De tanto que he juntado, surgió la idea del museo y estamos muy cerca de concretarla. En este nuevo emprendimiento, somos tres socios los que conformamos el proyecto. Nuestra empresa se llama FESIRA SRL”, explica el entrevistado. Luego, hace hincapié en lo reconfortado que se siente al poder compartir su material con el público: “Soy de los que piensan que no sirve de mucho tener una gran colección y que sólo unas pocas personas puedan conocerla. Por eso me entusiasma este nuevo proyecto, así como en su momento me había sucedido con el de fotografía”, agrega. En esa línea, aclara que “hay una diferencia importante, porque este museo de Lacroze y Fraga no fue planificado, sino que surgió y creció sin que hubiera ningún esquema previo. En cambio, tanto la sucursal de la calle Perú como el museo del cine, sí estuvieron respaldados por un proyecto”.

A propósito de su colección de cámaras, y consultado por la chance de seguir engrosándola, Simik sostiene que eso “nunca se agota, las posibilidades son infinitas. Siempre estoy abierto a seguir. De todos modos, ya no tengo las mismas inquietudes que cuando empecé. Me queda, eso sí, la alegría de saber que detrás de cada cámara que conseguí, hay una linda historia: una charla que tuve con quien me la vendió, una persona que conocí, un viaje que hice, un asado que comí…”, concluye.

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