Gente de Cole

Enrique Rodríguez: su fallecimiento

En el invierno de 2014, habíamos hecho una nota con este título: “Don Enrique, ¿nos cuenta su secreto? En el epígrafe de la foto, esta leyenda aclaraba: Enrique Rodríguez tiene 92 años y una increíble vitalidad. Día a día, recorre las calles del barrio.
Cinco años y medio después, el 21 de febrero, una lectora acercaba la noticia de su fallecimiento. Tenía 97, o acaso 98 años, pues había nacido en 1922, pero no sabemos la fecha exacta. El dato del año y el lugar (Provincia de Santa Cruz) lo había dado el mismo Enrique en la ocasión en la que se realizó aquella nota, en la Pizzería San Antonio. Es que él era un asiduo concurrente al local de Federico Lacroze y Conde, así como también frecuentaba numerosos reductos gastronómicos del barrio y de un vasto ámbito porteño. Últimamente, donde más se lo solía ver era en La Mezzetta, la histórica pizzería de Álvarez Thomas y Forest. Allí, colaboraba en el salón, recogiendo platos y vasos que los clientes dejaban tras ingerir sus comidas.
Había llegado a Colegiales desde su terruño sureño siendo muy joven: «A los 22 me vine solo para Buenos Aires. Tenía un tío que vivía en Loreto y Superí; había fallecido y mi papá me mandó para acá. Más adelante se vino toda la familia», contó aquella mañana en San Antonio. En la dirección que dio, la antigua residencia de Virrey Loreto, siguió viviendo hasta nuestros días.
A pesar de su avanzada edad, Enrique caminaba mucho, hecho que, según afirmaba, era una de las claves por las cuales se mantenía tan vital, si bien el factor genético también ejercía su influencia. «Mi tía, que vivió en la misma casa en la que yo estoy, murió en 1990. Tenía 112 años», contó. Con asombrosa precisión, recordaba fechas y acontecimientos, y no únicamente vinculados a su propia historia, sino de sucesos nacionales e internacionales.

En el Bar Conde, de Conde y Federico Lacroze, otro de los sitios emblemáticos del barrio en los cuales solía hacer una de sus habituales paradas, parte de la clientela y el propio José Luis, su histórico dueño, confirmaban la noticia: el fallecimiento de Enrique era uno de los temas de conversación, a pocas horas de haberse producido su deceso.

Por supuesto, en La Mezzetta la cuestión caló hondo, ya que en ese local distante a pocas cuadras de su casa, a medida que su fortaleza física iba dejando de acompañarlo con tanta fidelidad, transcurría una importante proporción de su rutina. Más allá del comentario oral y del boca a boca, La Mezzetta elaboró un mensaje que pronto comenzó a circular por las redes, con su foto -sosteniendo el premio a la «mejor pizzería de la Ciudad 2018»- y un letrero con estas inscripciones: «Enrique, siempre estarás en nuestro corazón» y «Gracias por tu incondicionalidad». En la cuenta de facebook del sitio, más de quinientos «me gusta» y expresiones similares, así como decenas de comentarios de gente que lo conoció, relejaban el sentimiento que generó su deceso.

Y fue así nomás…. Un día dejó de hacer sus habituales caminatas, esas que a raíz del paso del tiempo ya se habían vuelto menos frecuentes. A Don Enrique ya no se lo verá atravesar Colegiales. Pero seguramente, las imágenes de su perseverante ir y venir por las calles del barrio, continuarán presentes en la memoria de más de un vecino.

Enrique con el premio obtenido por La Mezzetta. En la foto principal, una foto tomada en el mostrador de San Antonio, en 2014.

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