La vecina María Leonor Ramírez y otro de sus relatos. En esta ocasión, el recuerdo de una epopeya que acaba de cumplir 95 años.
Del visionario Enrique Santos Discépolo: “Siglo veinte cambalache problemático y febril….” Los que nacimos y transitamos en él, no dejamos de sorprendernos de los cambios que se produjeron. Desde el chasqui al WhatsApp y las videoconferencias, desde y a cualquier parte del mundo; las investigaciones científicas, los adelantos tecnológicos, los cambios culturales; pero también los desastres ecológicos, las interminables guerras, las pestes y la hambruna mundial, que nos entristece y que aún no se encuentra remedio para erradicarlas.
Además, han ocurrido hechos que pocos recuerdan y son únicos, como la travesía de los caballos Gato y Mancha: el 20 de septiembre se cumplieron 95 años de esta gesta, de la cual transcribo un resumen, con el recuerdo de estos personajes.
Esta epopeya, dejó sentada la estirpe del caballo criollo argentino, cuyo reconocimiento se expresa en el Museo de Luján, con las estatuas erigidas para ellos.
LA TRAVESIA: GATO Y MANCHA
El 20 de Septiembre de 1928, un aventurero suizo naturalizado argentino completaba una proeza inigualable. Ese día, Aimé Félix Tschiffely ingresaba triunfalmente a la ciudad de Nueva York luego de más de tres años de travesía a caballo desde Buenos Aires.
Tschiffely nació el 7 de mayo de 1895 en Berna, Suiza. Al recibirse de maestro, a los 20 años se trasladó al Reino Unido, aunque poco tiempo después aceptó un ofrecimiento de mudarse a la Argentina. Allí enseñó en el St. George’s College de Quilmes, y luego, en el Buenos Aires English High School, donde llegaría a director de estudios. En un nuevo mundo para él, se enamoró de la vida gauchesca. Solía hacer prolongadas cabalgatas por las llanuras pampeanas.
A los 30 años decidió y anunció a los medios de prensa que realizaría un viaje a caballo desde Buenos Aires hasta Nueva York. Solo recibió burlas e indiferencia. El veterinario y amigo fiel, Emilio Solanet, decidió apoyarlo. Le consiguió dos impecables ejemplares fuertes y resistentes. Se trataba de los famosos Gato y Mancha. Los caballos eran descendientes directos de los traídos por Pedro de Mendoza, luego en manos de los indios tehuelches y entregados a Solanet por el cacique Liempichum.
Tschiffely preparó solo 60 kilos de pertrechos para que al intercambiar los caballos, estos llevaran siempre una carga similar. Y para las zonas selváticas llevaba un extenso mosquitero. El 25 de abril de 1925 partió sin ninguna ayuda económica. Se las arregló para ir cumpliendo las etapas del viaje, sin prisa, pero sin pausa. El viaje le llevó más de tres años. En total fueron 1244 días, en los cuales recorrió 21.500 kilómetros, pasando por Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Guyana, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México y Estados Unidos.
Para cuando llegó a este país, ya era una celebridad. En Washington fue recibido en la Casa Blanca por el presidente Calvin Coolidge y en Nueva York lo escoltó la policía a lo largo de la Avenida Broadway hasta el Central Park, donde fue agasajado por el alcalde Jimmy Walker, quién le otorgó la medalla de honor de la ciudad.
Gracias al cuidado y prudencia de Tschiffely, Gato y Mancha llegaron sanos y sin muestras de cansancio, por ello fueron expuestos al público por 10 días en el viejo Madison Square Garden. Su proeza lo llevó a la tapa de National Geographic y a la edición de su primer libro «El paseo de Tschiffely». La sociedad norteamericana lo bautizó «Long Rider». Mientras Tschiffely recorrió el mundo y se dedicó a escribir y publicar sus experiencias, los caballos fueron traidos de regreso a la Argentina donde fueron expuestos y admirados durante años.
Gato murió en 1944 y Mancha en 1947. Ambos fueron enterrados en la estancia «El Cardal». Tschiffely murió en Londres el 5 de enero de 1954, a su previo pedido fue sepultado por un tiempo en el cementerio de la Recoleta, posteriormente sus restos fueron trasladados a la estancia de su amigo Solanet, «Los Cardales», y enterrado entre Gato y Mancha.
María Leonor Ramirez
Foto: el suizo Aimé Tschiffely, y los caballos criollos Gato y Mancha.
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