El miércoles 13 de septiembre, falleció el reconocido actor y director Pepe Soriano. Tenía 93 años. Había nacido el 25 de septiembre de 1929, como José Carlos Soriano. Su fallecimiento, fue muy mencionado en los medios, dada la fama que había aquilatado en base a su inmensa y destacada trayectoria artística.
En lo que a nuestro barrio se refiere, existe una estrecha vinculación, pues Pepe había nacido en una vivienda de Amenábar al 100 (entre Concepción Arenal y Santos Dumont). Verdad es que si en la actualidad se presta atención a los planos oficiales, dicha dirección pertenece a la jurisdicción de Palermo. La frontera con Colegiales está muy cerca, a algo más de cien metros, siendo la avenida Dorrego la que divide a ambos distritos. Sin embargo, en tiempos en que todavía no habían sido establecidos los límites oficiales que rigen hoy, la zona se encontraba muy identificada con Colegiales. Prueba de ello, es que Pepe siempre dijo que era éste el barrio de su nacimiento, el de su infancia y el de su adultez. Es que la misma casa de Amenábar continuó siendo de la familia a través de las décadas.
El Loro Calabrés
En el contexto de un impresionante currículum, existen trabajos de Pepe que han quedado fuertemente marcados en el público. Uno de ellos, sin dudas, es El Loro Calabrés, un espectáculo unipersonal mediante el cual recorrió buena parte del territorio nacional. En este monólogo de aproximadamente una hora de duración, Soriano hacía alusión de manera muy generosa, a lo que habían sido sus primeros años de vida. Guitarra en mano y ante la mirada de quienes acudían a verlo, sacaba a relucir su talento para la actuación, aunque lo que narraba no formaba parte de la ficción sino de sus propias experiencias y las de sus allegados y seres queridos en la vida real. Y por supuesto, como se trataba de evocar su niñez, en el Loro Calabrés, la mención a Colegiales era muy abundante.
En Internet hay material grabado de aquellas presentaciones. Si uno se toma el trabajo de buscar en Youtube, encontrará videos del admirado unipersonal. Por intermedio de la tecnología, la escena puede verse en cualquier momento. Allí se observa que tras la introducción, Pepe alza el instrumento de cuerdas y, acompañado por enfáticos acordes, comienza a desarrollar apasionadamente su monólogo. Quizás para sorpresa y regocijo de los desprevenidos, ya en los primeros segundos, al son de la guitarra, aparece el nombre: “La mañana del domingo allá en mi barrio, en Colegiales, ese sol que brillaba, sobre la parra, sobre la higuera…”
El misterio que sobrevolaba el título de la obra se devela: el “loro calabrés” era el loro del Giussepe, el abuelo de Pepe, italiano y zapatero de oficio. Giusseppe escuchaba una audición calabresa en Radio Del Pueblo, conducida por Domingo Ventrici. El loro aprendía las palabras que oía a través del aparato y las repetía… Por eso, la frase que antecede al monólogo es: “Toda esta historia empezó por el loro calabrés y su maestro Domingo Ventrici”.
Enseguida, impulsado a través de un sendero pródigo en nostalgia, Pepe ofrece con énfasis una andanada de recuerdos barriales:
“Allá en Colegiales, donde la calle Dorrego divide a las calles con un nombre hacia la izquierda y otro a la derecha, nace Amenábar… Amenábar -que hacia el barrio de Belgrano se aristocratiza, pero hasta el 200 es zona de gente humilde-, está decapitada por las vías del ferrocarril. El brazo transversal se llama Concepción Arenal. A la izquierda, un enorme campo vacío y un gran cartel: Algodonera Argentina. A la derecha, las vías del ferrocarril y sobre ellas el puente, el puentecito por donde alguna vez pasó un tranvía famoso en Buenos Aires, llamado Lacroze, el verde. Y entrando en Amenábar, una larga alfombra de adoquines… A mi izquierda un paredón largo y alto, gris…”
Hay más datos, más nombres. Y la preocupación del autor para caracterizar un barrio provisto de “casas, casitas, una pared baja, una puerta, un umbral, un llamador, una pared baja, una puerta, un balconcito, otro balconcito”.
Previamente al cierre del primer acto, Soriano destaca que Colegiales “sigue siendo mi barrio. De abuelos italianos. Y de padre, honesto y de trabajo… Y de madre, apagada como la luciérnaga entre las ramas, y de hermana, y de vecinos de esas calles encerradas, se fue haciendo este ser, que no es, que no existe, sino en cada fragmento de todos ellos juntos. Porque todos ellos juntos fueron el pan que alimentó la sangre de quienes fueron y son mis personajes”.
Foto y fuentes: Soriano en su unipersonal. La imagen, como así también las citas del monólogo fueron extraídas del video AV-5699 Los especiales de ATC. Capítulo: El loro calabrés/ Archivo Prisma/ Youtube.
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