“A fines del diecinueve, principios del siglo veinte…” Así comienza la obra literaria de Don Eduardo que publicamos en esta oportunidad, donde el vecino de la calle Zabala homenajea a quienes arribaron al país desde vastos sectores del denominado Viejo Continente. Causas diversas los condujeron a dejar sus respectivas naciones para establecerse en el campo y las ciudades argentinas, aunque no son las razones de su llegada las abordadas por el poeta, sino lo que sucedió una vez que estos fueron afincándose en el territorio nacional. En el contexto de su poética descripción, Don Eduardo, también le pone nombres propios a un par de personajes (Don Anyulín y Carbonín), quienes probablemente no hayan surgido de la ficción sino formen parte de la cotidianeidad que atravesó la vida del poeta en tiempos idos. El talento de Villavicencio, una vez más logra plasmar mediante sus versos, escenas íntimamente ligadas a nuestra rica historia.
Al inmigrante
A fines del diecinueve
principios del siglo veinte
llegaron a la Argentina
numerosos contingentes
Europeos inmigrantes
vinieron a tentar suerte
con ansias de trabajar
y un destino permanente
En principio se instalaron
En un hotel que al efecto
se construyó en el puerto
hasta que se radicaron
Bien pronto nuestra ciudad
tuvo su gran crecimiento
por el enorme incremento
de esta gran comunidad
Españoles e italianos
todos muy trabajadores
desplegaron sus labores
donde ellos se arraigaron
Negocios de capital
casi todos extranjeros;
el pescador, el lechero,
verdulero, almacenero
También en pleno verano
Don Anyulín, el hielero
y estaba “Carbunín”, el tano
y el gallego, panadero
Linda historia de inmigrantes
que con un rumbo incierto
llegaron a nuestro puerto
con destino vacilante
Pero gracias al empeño
y al trabajo incansable
fue el anhelo tan loable
cumpliéndose a muchos el sueño
del frenesí de esta gente
crecieron varias provincias
con las colonias agrícolas
que crearon prontamente
casta de trabajadores
este aluvión de extranjeros
que impusieron mucho esmero
en una tarea de leones
enseñaron a sus hijos
a trabajar y a estudiar
que el futuro les iba a dar
horizontes más prolíferos
Nuestra inmensa tradición
se nutre en forma galante
de un pasado de inmigrantes
que dieron el corazón
Ilustración: supercoloring.com.
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