Allá por febrero de 2015, un periodista de este medio encontró un curioso vehículo estacionado en Benjamín Matienzo entre Freire y Zapiola. Era una especie de tanque de guerra, diseñado para que se pudiera observar gran parte de su interior. Y para sorpresa de quienes lo veían por primera vez, el “tanque” estaba repleto de libros. Este vehículo llevaba una inscripción extraña: ADIM, siglas cuyo significado, explican que se trataba de un Arma de Instrucción Masiva. En ese momento no había ninguna persona que estuviera cerca del ADIM estacionado junto al cordón. Por eso, hubo que recurrir a Internet para conocer cuál era el significado de este curioso medio de locomoción. Al colocar ADIM en el buscador, numerosos artículos lo explicaban, asociándolo a un nombre y un apellido concreto: Raúl Lamessof.
En aquel entonces, se publicó un texto publicado por el blog escritoriodocentes.educ.ar. Informaba en forma textual:
Lemesoff es un artista. Su obra, el Arma de Instrucción Masiva, es un tanque con el que viaja por las calles de Buenos Aires regalando libros y aceptando donaciones de libros. Educ.ar lo entrevistó en uno de sus recorridos por la ciudad. El tanque provoca un impacto visual casi cinematográfico. Mientras los transeúntes quedan boquiabiertos, lo señalan, le sacan fotos, Lemesoff los invita a tomar un libro. La sorpresa se hace doble: la gente no puede creer que le estén regalando algo.
Lemesoff compró un Ford Falcon de 1979, que perteneció a las Fuerzas Armadas argentinas, para destruirlo y transformarlo en este vehículo que interviene de forma sorprendente en el circuito de comunicación cotidiano de la gente.
El ADIM provoca un impacto visual casi cinematográfico. Mientras los transeúntes quedan boquiabiertos, lo señalan, le sacan fotos, Lemesoff –que encarna el espíritu del ADIM– los invita a tomar un libro. La sorpresa allí se hace doble: la gente no puede creer que le estén regalando algo. Lo que espera Lemesoff es un intercambio: “si el arma se cruza en tu camino no dudes en elegir un libro, llevártelo y comprometerte a donar algunos libros que tengas en tu casa. El ADIM pasa y los recolecta: escribí a armadeinstruccionmasiva@hotmail.com, se aceptan todo tipo de libros”, dice Raúl.
De una forma autónoma y no convencional el ADIM también estimula la lectura. La clasificación de libros, cuenta Lemesoff, se hace cuando se recibe una gran donación: se separan los textos para el ADIM y los textos para llevar en paquetes a instituciones, escuelas, barrios carenciados, etcétera.
El Arma de Instrucción Masiva planea viajar por los pueblos perdidos de la Argentina y seguir viaje por Latinoamérica. Quizás pronto te lo encuentres por tu barrio y también podés seguirlo en su blog: arma de instrucción masiva.
¿Y después?
El ADIM dejó las calles de Colegiales y no se lo divisó más por nuestro barrio. Al googlearlo en estos días, es posible verificar que después de 2015, anduvo de recorrida por el país, aunque en algún momento, su travesía se detuvo, tal vez, a causa de la pandemia. Pero en las redes sociales también aparece su creador, quien en noviembre de 2020, anunció que el “tanque” tenía la intención de volver al ruedo. “Atención amigos y amigas del Arma. Retomando con el proyecto, hacemos un llamado a la solidaridad: Se necesitan libros de cualquier tipo y factor, nosotros prontamente le encontramos un lector! Y como dijo Aurora, seguramente sea una lectora. Gracias!”. Con esta frase, Raúl manifestaba su interés en reflotar el proyecto ADIM. Lo que sucedió a continuación es más difícil de desentrañar. Sin embargo, no hay que perder la ilusión de algún día, verlo nuevamente por las rutas argentinas. Y en caso de ser en nuestro barrio, desde luego, bienvenido será.
Foto: el ADIM en Matienzo entre Freire y Zapiola, en 2015.
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