Nacido el 17 de febrero de 1966, se trata de otro de los juveniles que actuó durante la huelga de los profesionales que tuvo lugar en el Metropolitano de 1983. En el primero de la serie de siete partidos donde la institución presentó un equipo de emergencia (River 0-Unión 3, el 10 de julio de aquel año), se produjo el debut y la despedida de López, quien tenía apenas 16 años cuando hizo su estreno oficial. El elenco dirigido por Martín Pando, formó con Adrián Rodríguez; Vélez, Diéguez, Karabin y Gennero (Spotorno); Vittor, Gorosito y De Vicente; Claudio López, Trillo (Troglio) y Gavazzi.
En 1986 quedó libre y a continuación comenzó su extensa carrera por el ascenso y el exterior: jugó en Estudiantes de Caseros, Nueva Chicago, Talleres de Remedios de Escalada, nuevamente Estudiantes, Palestino (Chile), Deportivo Armenio, Ararat Erevan (Armenia), Almirante Brown, Olmedo (Ecuador) y otra vez Armenio, retirándose a la edad de 37 años.
LÓPEZ DIXIT
“Comencé mi carrera en River con edad de octava división. Mi primer club fue Estudiantes de Buenos Aires, adonde volvería más adelante. En el Pincha de Caseros tuve mi primer contrato profesional, luego de quedar libre en River. Pero bueno, volviendo a mis comienzos, en Estudiantes yo jugaba en las infantiles. Tendría 12 años cuando se dio la posibilidad de hacer una serie de pruebas en el Monumental. Surgió esta chance porque yo había andado bien en unos amistosos que jugó mi club con River. Un día mi papá me comentó que gracias a eso, me iban a probar. Y se dio. Pero no quedé tan fácilmente. Fueron varios días de pruebas a cargo de Martín Pando, con alrededor de 600 o 700 chicos en total. No recuerdo cuántos éramos, la cuestión es que fui superando filtros y al final quedamos tres o cuatro. Eso fue más o menos a fines de 1979. Y en febrero de 1980 arranqué en la octava división…
El equipo de primera andaba muy bien. En el ’79 había ganado el Metropolitano y el Nacional. Estaba Ángel Labruna como técnico. A otro que recuerdo es al Polaco Cap, que llegó en el 82. Y en el medio, estuvo Alfredo Di Stéfano. Yo empecé jugando de centrodelantero, aunque no fue mi único puesto. Más adelante, me afiancé como número diez, la que fue mi posición habitual en el fútbol de ascenso. En aquellos primeros tiempos admiraba a Luque, a Ramón Díaz. Los dos jugaban de nueve, aunque eran bastante diferentes: Ramón muy veloz, metía diagonales; Luque no era tan rápido pero tenía más técnica. Cuando terminaban los entrenamientos caminábamos unos metros y a tipos a los que mirabas por televisión, los tenías ahí, cerquita… También fui alcanzapelotas y gracias a eso podía verlos desde adentro. ¿Y el Beto Alonso? Ese era un fuera de serie… Tenía la cancha en la cabeza. Más adelante, con él compartimos las prácticas por unos dos años. Eso fue allá por el 85, cuando yo ya estaba en reserva. El Beto te sorprendía por las cosas que le veías hacer con la pelota.
En 1983 debuté. Yo era muy chico. Tenía exactamente 16 años, 4 meses y 22 días. Durante mucho tiempo esto fue un récord. Fui el jugador más joven en debutar en River. Anteriormente el primer lugar lo tenía Adolfo Pedernera y después, en 2006, a mí me destronó Mateo Musacchio, que tenía 16 años, 3 meses y 13 días cuando Passarella lo puso en primera. Y es el récord que todavía está vigente. De todos modos, siempre trato de ser honesto y aclarar que lo mío fue un hecho atípico, un tema de urgencia motivado por la ausencia de los profesionales. Muy distinto, por ejemplo, a lo que por ejemplo sucedió con Saviola, Ortega o Aimar, que también debutaron siendo muy pibes pero en circunstancias normales.
La cuestión es que estaba empezando el año y se armó un seleccionado selectivo, con chicos de cuarta, quinta y sexta. Fabio Spotorno, el arquero Gazzaniga y yo, integrábamos la sexta, por lo tanto, éramos los más chicos. La idea era que el selectivo encarara el Torneo Proyección 86 –que se jugaba en la cancha de Vélez, entresemana y televisado- y efectivamente, así se hizo. Nosotros quedamos eliminados en la primera ronda, en enero del ’83. Empatamos 1 a 1 con Rosario Central, se definió por tiros desde el punto penal y perdimos. Pero en una próxima edición del torneo, que seguía teniendo el mismo nombre, salimos campeones al derrotar 3 a 0 a Unión de Santa Fe.
El selectivo siguió trabajando, bajo las indicaciones de Pando y José Ramos Delgado. En mi paso por el club los tuve a ellos dos, a Jorge Dominchi. Eran grandes formadores. Pienso que de esa gente ya no hay más hoy en día… El 83 avanzó, comenzó el campeonato y en un momento se rumoreó que los pibes del selectivo íbamos a tener que jugar en primera a raíz del conflicto que estaban sosteniendo los profesionales con la dirigencia. Y bueno, se dio nomás… El viernes anterior al partido del domingo 10 de julio se confirmó que jugaríamos los pibes. La verdad es que al ser el más chico, yo no tenía tantas ilusiones de jugar. Pero Pando y Ramos Delgado se inclinaron por mí y me pusieron de titular. ¡Tenía unos nervios terribles! Recuerdo que usamos la misma concentración de los profesionales, la que estaba arriba de la confitería del Monumental. En ese mismo lugar donde os hinchas se amontonaban para conseguir fotos y autógrafos, ahora estábamos nosotros. A la distancia, creo que me jugó una mala pasada eso de haber debutado tan chico. A esa edad no estás preparado física, mental ni futbolísticamente En el juego lo sentí. Faltando media hora me acalambré. Encima Pablo de las Mercedes Cárdenas, el defensor de Unión, me dio una patada en el gemelo. Pando ya había hecho los dos cambios, por eso seguí en cancha, aunque después de eso casi no toqué la pelota. El golpe me provocó una distensión y no pude estar en los siguientes partidos. Nuestro primer triunfo, días más tarde, con Platense, lo viví desde la tribuna. Reaparecí en tercera luego de algunas semanas, con Independiente. Ese fue el último partido de los pibes. En la próxima fecha la situación de los profesionales se arregló y volvieron a jugar ellos.
Nosotros continuamos entrenando con el selectivo, pero los días de partido, cada uno volvía a su categoría. Mi vida en River se prolongó hasta mediados de 1986. Fui escalando divisiones hasta la reserva. En cierto momento practicaba al lado de monstruos como Ruggeri, Pumpido, el Negro Enrique, Francescoli, que antes del Mundial de México se incorporó al fútbol francés… En esa época recibí el telegrama que decía que no me harían el primer contrato, lo que equivalía a quedar libre. Un poco me bajonée, pero en verdad era consciente de que estaba presente esa posibilidad porque el club tenía muchísimos futbolistas, varios de ellos consagrados y de gran renombre. De todos modos yo había jugados bastante en reserva, quizás podía haberme quedado. No sé qué hubiera pasado si me daban la oportunidad… La realidad es que no tuve la suerte de que me hicieran contrato, pero las cosas se dieron así. A pesar de sus problemas económicos, River era muy avanzado. Ya en inferiores, nosotros pasábamos por la tesorería y retirábamos un dinero que no era mucho, pero nos servía para ir a entrenar, para movernos. River siempre estaba un paso adelante.
Lo que sí me golpeó muy fuertemente es haber quedado afuera en una preselección argentina sub 20. Eso ocurrió unos meses antes de que me fuera del club. Era el plantel que iba a viajar al Sudamericano de 1985 en Paraguay. Cuando Carlos Pachamé dio la lista definitiva me puse mal, porque no me lo esperaba. Lo daba por hecho, pensaba que estaba adentro. De River viajaron Spotorno, Carlos Candia y Adrián Pasceri. Al final, no pudieron clasificar para el Mundial de Australia.
Cuando quedé libre empezó mi etapa en el ascenso y volví a Estudiantes, mi primer club. Aunque no fue de inmediato. Primero intenté fichar para alguna institución que militara en Primera A. Entonces hablé con Pekerman, que me conocía. José trabajaba en inferiores de Argentinos Júniors y gracias a él, estuve cerca de quedar. Yudica dirigía la primera. Pero no se dio. Después fui a Atlanta, que estaba en la B Metropolitana. Ahí tampoco arreglé y sí se concretó lo de Estudiantes, que también estaba en la B Metro. Yo ya jugaba de armador, era el clásico número diez. Bochini era uno de mis modelos en la posición. En el Pincha anduve muy bien y a fines del campeonato 90/91 surgió otra chance de ir Argentinos, que seguía en Primera A y otra vez con Yudica de técnico. Practiqué una semana pero José tuvo un problema grave con la barra, se fue del club y contrataron a Patricio Hernández, que me dijo que no me necesitaba porque tenía cubierta la posición.
Un año después, tuve posibilidades en Independiente, Racing y San Lorenzo. Mi representante habló con el presidente Miele y aparentemente estaba todo bien, pero al final no se hizo. Ahí influyó que me habían operado de pubalgia y estuve como seis meses inactivo. La suerte no me fue favorable. Igual, no me quejo, son las cosas del fútbol. En la temporada 1992/93 pasé a Nueva Chicago y después a Talleres, ambos en el Nacional B. Y más adelante, también jugué en el exterior. Me retiré en el Deportivo Armenio, con 37 años, creo, que tras haber hecho una buena campaña. Una vez que colgué los botines hice el curso de técnico y en esta nueva función regresé a Estudiantes, que es donde sigo trabajando actualmente. Tuve un período como entrenador de la primera y hoy estoy con reserva y quinta.
Con la gente de River sigo en contacto. De hecho, tenemos un grupo de whatsapp, que se llama River 1983. Ahí pude reencontrarme con muchos ex compañeros. Por ejemplo, está Pedro Troglio, de quien guardo lindas anécdotas. En la época de inferiores vivíamos en la misma zona, él por Castelar y yo en Ramos Mejía. O sea, los dos, en la Zona Oeste del Gran Buenos Aires. Después de entrenar nos tomábamos juntos el colectivo 28, que va por General Paz. Desde el Monumental hasta la estación Liniers. Ahí bajábamos y subíamos al Sarmiento. Mientras esperábamos el tren, de parados en un puesto de la estación, nos comíamos una porción de pizza y nos tomábamos una coquita».
Foto: Claudio López en su único partido en la primera «millonaria» (Revista El Gráfico/casosycosasriverplatenses.blogspot.com).
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