Con sus más de noventa años, don Eduardo Villavicencio va y viene por las calles de Colegiales. Dueño de una loable vitalidad, sólo una molesta artrosis amaga con aplacar la tenacidad del vecino poeta, quien de vez en cuando, nos acerca sus manuscritos en formato de fotocopias. A lo largo de los años, mucho ha escrito sobre el barrio de Colegiales y sobre la Ciudad de Buenos Aires en general. Consecuencia directa de ello, lo invade un gran entusiasmo por compartirlo con nuestros lectores.
Entre tantos y tantos poemas que nos hizo llegar, en esta ocasión hemos escogido el siguiente, al cual tituló “El conventillo”.
Viejo amigo de los barrios
en muchos lugares vigente
habitado por la gente
de un ámbito sencillo
Surgieron los conventillos
ocupados por inmigrantes
que se instalaron campantes
en casas con gran pasillo
Piezas todas de ladrillo
algunas sin revocar
llegando a disimular
una sala con altillo
Los muchachos de la barra
en tono de chascarrillo
le pusimos a este solar
el apodo “del barquillo”
Los cuartos todos corridos
con las cortinas de junco
que aireaban en verano
esos calores profundos
En el patio las cocinas
que tenía cada inquilino
quedaba frente a la piezas
respetando su destino
Era como una familia
algunas con varios chiquillos
donde reinaba la paz
no habiendo ningún caudillo
¡Cuántos años subsitieron
estos “barcos” de ladrillos
que fueron la inspiración
de tangos en estribillos!
Me parece contemplar
parado en el descansillo
al dueño de la morada
fumándose un cigarrillo
Cuando pasé no hace mucho
la piqueta y el martillo
demolieron el albergue
que era un solo domicilio
Hoy es todo un edificio
con un frente bien sencillo
pero se extraña en el barrio
aquel viejo conventillo.
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