Mario Sapienza es vecino del barrio desde que llegó de su Río Negro natal, aunque sus raíces colegialenses van más allá de su radicación en Buenos Aires: su abuelo materno y su madre, vivieron en Colegiales.
Mario es uno de los grandes cultores de una disciplina oriental que paulatinamente va acaparando adeptos: el Aikido. Este arte marcial nacido en Japón, se propagó por todo el mundo y nuestro vecino no sólo comenzó a practicarla, sino que transcurrido cierto tiempo, se animó a ofrecer sus conocimientos y dar clases. Mario tuvo la oportunidad de viajar a Japón, donde entabló contacto y practicó con grandes maestros. Actualmente, posee su «Dojo» o lugar de práctica, en la avenida Cabildo 450, en el gimnasio que se encuentra arriba de un conocido local de bowling.
«El Aikido fue creado por Morihei Ueshiba -dice Mario-, conocido por los practicantes como O’sensei (significa Gran Maestro). O’sensei, un experto en diversas artes marciales, lo creó a partir del deseo de que el individuo desarrolle al máximo su potencial como tal, tanto física como mentalmente. La palabra Aikido puede traducirse como «el camino (Do) para unir (Ai) toda nuestra energía interior (Ki)».
En un texto que nos acercó, se destacan las virtudes de la disciplina: «Por su principio de no violencia y armonización, este Arte no tiene limitaciones de sexo ni edad ya que cada uno practica de acuerdo a sus posibilidades y a su propio ritmo. Por el tipo de movimientos y al no utilizar la fuerza física durante la práctica, el Aikido ofrece muchos beneficios para la salud, como la corrección de problemas posturales, eliminación de tensiones, correcto manejo de la respiración, entre otros». Asimismo afirma: «Cada vez son más las personas que dan cuenta del excelente entrenamiento integral que proporciona Aikido. Dedicamos buen tiempo a la preparación física mejorando la postura, ganando estabilidad, trabajando la fuerza del núcleo, elongando ligamentos y tendones. Así prevenimos lesiones».
Naci en Colegiales, primero en Conesa y Lacroze, justo arriba del nuevo Cafe Martinez, en los 50 habia alli una casa de enmarcado de cuadros Ferre y Perez, a quien mi papa les llevaba la contabilidad,, despues nos mudamos sobre Lacroze entre Conesa y Cramer, y me fui a los 22 años. Mi primera escuela fue la Bernardo O Higgins, despues cambie a La Misericordia de Cabildo. Alvaro fue mi deleite, medialunas de grasa imperdibles, y las malagueñas(no encuentro la dieresis) con dulce de leche mmmm. El cine Argos y los festivales escolares, las tres peliculas continuadas. La Iglesia San Pablo y sus fogaratas de San Pedro y San Pablo… el mercado, donde mama elegia el pollo en jaula y se lo mataban y desplumaban, horror en mis recuerdos, la Cerveceria de Frank, en Lacroze y Conde /creo), la tienda La Reina, la fabrica de pastas de Eduardo y Jose Giancaterino, llegados de los Abruzzos con premio a las mejores pastas secas de Italia, calle Martinez y Olleros, uno de ellos seria el bisabuelo de mis hijos . Tantos y tantos hermosos recuerdos.
Gracias Lucila, muy lindo tu comentario, si no tenés inconveniente lo vamos a poner en nuestra revista y nuestra página web. Un beso!