Club Juventud Deportes

LA IMPORTANCIA DEL VOLEY RECREATIVO

Entre las múltiples disciplinas que se practican en la institución, se halla el voley recreativo mixto, que bajo la coordinación de Leo Capdepón, está cumpliendo ocho años de trayectoria. No juegan partidos ni campeonatos oficiales (sí amistosos) pero su nivel y el vínculo que genera entre los miembros del equipo es cada vez más sólido. El entusiasmo de sus miembros es una muestra del progreso que evidenció en los últimos años. Para corroborarlo, fuimos en busca de la opinión de cuatro jugadores, que además, son mamás de chicas que también se desempeñaron (o lo siguen haciendo, según el caso) en el voley de Juventud

«CON EL VOLEY ME DESCONECTO DE TODO»
Andrea Ajón empezó en el Recreativo en 2009. «A mitad de año, si mal no recuerdo», apunta. «Se dio porque como tantas otras madres, yo traía a mi hija Kiara a la escuelita de voley. Ella ya no juega, pero este es un club al que quiere mucho, lo mismo que a Leo, el profe. Los lleva en el corazón», comenta. Andrea, que vive muy cerca de Juventud («acá a la vuelta, en Elcano, a esta misma altura»), afirma que lo que más le gusta de integrar el equipo son «los vínculos afectivos, las amigas que hice, el buen trato y la responsabilidad de los profesores,  la profesionalidad con la que se trabaja… En lo personal, estoy aprendiendo a jugar».
Andrea se ríe con ganas mientras se dispone a hablar de su nivel: «Voy de a poquito, ya soy menos madera que antes. Por lo menos, la pelota pasa…»
Y se pone más seria si debe hacer hincapié en lo que significa para ella ser parte del Recretaivo: «Me divierto y la paso bien. Esto lo tomo como una pausa en la semana, con el voley me desconecto de todo».

«HOMBRES Y MUJERES NOS COMPLEMENTAMOS»
Inés Lazzarini arrancó en octubre de 2009. «Mis hijas se reían, decían que era un desastre», recuerda. «Algo había aprendido en el colegio, pero ya me había olvidado. Entonces siempre le insistía a Leo para que pusieran voley para madres o algo por el estilo. Él me respondía que tuviera paciencia, hasta que se dio. Había mamás y papás».
Inés indica que le agrada la modalidad mixta: «Me gusta porque nos complementamos bien entre hombres y mujeres. A veces, nosotras no llegamos a una pelota y ellos sí, porque corren más y tienen más fuerza. Así el entrenamiento se hace más divertido».
Las risas vuelven a escena cuando sus compañeras susurran que el complemento puede llegar a darse también al margen de la actividad: «Sí, hubo algunas parejas acá», confirma nuestra entrevistada, que el año pasado debió parar por una lesión: «Me desgarré pero acá estamos, otra vez a full». Vecina de Caballito, Inés tiene a su mamá viviendo muy cerca de Juventud y hoy sus hijas continúan jugando, aunque emigraron hacia otros destinos deportivos: Fiorella (de 30 años) a Ferro y Ariana (26) a Comunicaciones. «De todos modos a Leo lo quieren un montón y siempre están al tanto de lo que pasa en el club», concluye.

«NO ES COMO EN LA PLAYA»
«Yo estoy desde el día uno», se enorgullece Viviana Bustos, que vive a una cuadra y media de Juventud y cuya hija Florencia comenzó en la escuelita a la edad 8 años. Actualmente está en el Sub 17. «Esta es nuestra segunda casa -cuenta su mamá-. Imaginate, durante tanto tiempo la trajimos a las prácticas, a los partidos… Las chicas van creciendo, se van independizando, pero junto a las otras mamás, tratamos de acompañarlas adónde jueguen».
Luego, pone énfasis en la importancia del Recreativo:
«Este es un espacio de aprendizaje y recreación. Lo de los vínculos afectivos es tal cual. Y además se aprende: no es venir, pegarle a la pelota como en la playa y listo. Nos enseñan técnica y es innegable que hemos avanzado. Empezó como un grupo de padres pero con el transcurso de los años se amplió, viene gente más joven y ya somos unos cuantos».

«YA SABEMOS DE QUÉ MANERA MANEJARNOS»
Mariana Arias, al igual que Viviana, está desde el primer día. Gracias a una memoria privilegiada, se remonta hacia aquellos momentos: «Había mucha expectativa. Queríamos aprender a jugar. Yo no sabía nada. Por eso me sorprendió que el entrenamiento no fuera sólo pegarle a un rato a la pelota. Las clases estaban programadas para que entendiéramos cómo había que manejarla, dominarla, ubicar los dedos, darle de arriba, de abajo, correr, estar atentos… Y recién a lo último, jugábamos. Al principio nos seguían muy de cerca y ahora, si bien la entrenadora Paola siguen estando encima, ya sabemos de qué manera manejarnos nosotros. Por lo menos, la táctica ya la conocemos. Que nos salga, es otro tema. Pero los conceptos básicos están incorporados».
Su hija María Clara, también está desde los 8 años en el club. En realidad, al igual que la hija de Viviana, empezaron a los 7, en patín… «Ella jugó hasta la temporada pasada y este año se lo tomó para descansar un poco. Me dio mucha pena, por lo todo lo que el voley implica deportiva y socialmente. Lo bueno es que el grupo lo sigue conservando. El vínculo con las chicas no se perdió e inclusive, viene a ver algunos partidos. Pero bueno, son decisiones que una debe respetar y no presionar, aunque la esperanza de que algún día retome todavía la tengo».
Mariana vive a cuatro cuadras de la sede, aunque en el barrio de Belgrano, ya que su domicilio, se encuentra apenas pasando Avenida De Los Incas.

Comentarios

  • Estimados, buenas tardes.

    Soy Juan Cruz y estoy interesado en jugar voley recreativo. Tengo 28 años, vivo en Coghlan muy cerca del club, jugue federado de los 10 a los 18 en el club solari y quiero retomar el deporte, aunque sea solo para entrenar y despejar ya que es el deporte que mas me llena el alma.

    Espero me puedan responder a la brevedad.

    Muchas gracias.

    Saludos!

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