El 9/10 de diciembre fue la fiesta anual de patín. La profe (en el centro de la foto) expresó su satisfacción.
De esta manera opinó la profe tras la epectacular doble jornada: «¡El show fue un éxito! Estoy feliz por el trabajo realizado, las chicas brillaron en la pista. La familia acompañó y disfrutó los dos dias. Fue un gran cierre de año con todos los grupos. Ahora continuamos las clases durante diciembre y nos tomamos vacaciones en enero. En febrero arrancamos con todo y renovando el grupo inicial con nuevas patinadoras. El martes 20 se abre la inscripción nuevamente para el 2017. ¡Cupo limitado!».
Algunos de los grupos de patinadoras que se presentaron en el show de fin de año. Los hubo de todas las edades, coronando una gran temporada. Arriba, el gimnasio colmado como en las grandes jornadas y lleno de glamour.
FERNANDO JUAN: «EL VOLEY HACE QUE ME OLVIDE DE TODO»
Fernando Juan tiene 39 años. En 2015 llegó al club para actuar en el equipo recreativo de voley y no tardó en convertirse en referente: «Vine luego de estar parado casi un año por una lesión, me puse a buscar club para volver a jugar y mirando en internet encontré el club Juventud. Yo vivo a 15 cuadras. Cuando vine a ver de qué se trataba me gustó la idea de club barrial», comenta Fernando.
A continuación agrega: «Lo mejor es la cercanía que propone una entidad barrial. El compromiso de los profes y entrenadores que están todo el tiempo buscando el crecimiento del grupo y de las distintas actividades. Por otra parte creo que no hay muchas críticas para hacerle a Juventud. Sí existen limitantes de espacio y horarios, a todos nos gustaría tener más, pero son condicionamientos que vienen de la mano con las limitaciones propias de un club de barrio».
Al margen del recreativo, que es un equipo mixto, a mitad de 2016, Juventud también formó su conjunto masculino de mayores. «Jugamos el Torneo La Amistad, organizado por la Asociación Argentina de Sordos y terminamos en el segundo puesto. La categoría creció mucho. Se puede ver en varios de los compañeros del equipo, que hasta hace un año no habían jugado nunca y hoy están participando en un torneo, integrados a un equipo y jugando con un sistema».
A propósito de su rendimiento individual, señaló: «Nunca me conformo con lo que hice, pero creo que mi mayor aporte al equipo, junto con otros chicos, fue la experiencia de tantos años jugando y tratar de apoyar a los que jugaban por primera vez».
Apasionado del voley, Fernando resumió su trayectoria:
«De chico empecé jugando en Club Italiano, de Caballito. Después anduve por diferentes lugares, solo para jugar y divertirme. De más grande, me dieron ganas de entrenar de nuevo y me fui a jugar al Club Ciudad».
En relación a la función que la entrenadora Paola Ponce le pide que haga, resumió: «A lo largo de mi trayectoria pasé por casi todos los puestos. En Juventud la DT inicialmente me pidió que fuera punta, pero cuando necesitó que jugara de armador o de opuesto lo hice lo mejor que pude.
Diseñador de profesión («y un modesto dibujante», desliza) Fernando es un flamante papá: «Mi mujer y Sofía, mi hija de tres meses, me apoyan, como en todo. Mi familia sabe que esto del voley me sirve para mantenerme activo y para descargar tensiones».
Apenas 11 años tenía nuestro entrevistado cuando eligió el voley como su deporte predilecto. «A esa edad arranqué y solamente interrumpí los entrenamientos mientras estudiaba en la facultad, aunque seguía jugando con amigos cuando podía. Nunca me interesó entrenar o competir en otro deporte. El voley es el deporte que me gusta ver y jugar. Jugándolo me olvido de todo, es mi descarga permanente. Y si es con amigos, mejor».
Su última frase, le da pie para opinar del otro equipo que integra: el recreativo-mixto: «El recreativo es otra cosa. Otra exigencia. Es más relajado y la gente se junta a divertirse un rato».
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