El periodista Roberto Menna vive en Colegiales junto a su esposa e hijas.
Dentro de la gran colonia vecinos que en los últimos tiempos han elegido Colegiales para convertirlo en su lugar de residencia también hay periodistas. Y Roberto Menna es uno de ellos. «Ya van a hacer diez años que estoy -comenta-. Yo venía de Palermo Viejo. En su momento llegué con una hija. Ahora ya tengo dos. Llegué sin perro y ya tengo perro… Estoy contento por estar haciendo vida de barrio», le cuenta a La Voz de Colegiales, en el marco de una entrevista con un decorado inusual: nada menos que el bullicio del Polideportivo, en ocasión de la inauguración de la cancha de césped sintético, evento al que asistió la plana mayor del Gobierno de la Ciudad, con Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli incluidos, y el enorme grupo de acompañantes que suele moverse junto a los funcionarios.
«Hoy estoy como vecino, no como periodista», aclara Roberto, que durante muchos años trabajó en programas periodísticos de Canal 9 pero que desde este año lo hace en el área de comunicación institucional de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. «Igual el traje de periodista uno nunca lo deja del todo», agrega.
-¿Cómo llegaste a Colegiales?
-Bueno, este era el barrio de mi esposa y su familia. Sus padres vinieron de Santiago del Estero y se radicaron acá. Fue su lugar en el mundo. Además era el barrio donde yo trabajaba, mientras estuve en Canal 9. Me gustaba la zona. Era la misma zona que transitaba antes de mudarme: el Canal, el Poli, la Mafalda. Vivimos a media cuadra de la plaza. Me gustaba que que esto tuviera la impronta de barrio… y Colegiales lo tiene.
-¿No tenés proyectado volver a mudarte?
-No, ya hemos tirado el ancla acá. A nivel escuela elegimos también opciones cercanas. Mis hijas -una de 13 y otra de 9- van al Colegio León XIII, obra salesiana de Don Bosco. Yo también fui a colegios salesianos. Estamos arraigados, no veo perspectivas de que nos vayamos.
-¿Tenés alguna anécdota de los primeros tiempos en Colegiales?
-Una vez me pasó que mientras caminaba, se me pegó un perro callejero. ¡Y lo terminamos adoptando! Ahora vive con nosotros. Son señales… Es como que no solamente elegimos el barrio, sino que él también nos eligió a nosotros como familia.
-¿Sos de consumir en la zona?
-Totalmente. Frecuento un taller, el de Gabriel Tomalino, que además de hacer electricidad del automóvil, tiene una impronta cultural, por las inquietudes de su dueño. Además voy a todo lo que tenga que ver con bares y restaurantes. Por ejemplo, a El Timón y El Sol, a la hamburguersería de Lacroze y Alvarez Thomas. La movida cultural y teatral… Todo lo que consumo y adonde concurro, está dentro del barrio.
-¿Te cruzás con famosos?
-Sí. Eso está bueno, porque uno saca a pasear el perro y los ve a Tortonese a Echarri… A Campi, que es con el que más me encuentro. Hay una relación de vecindad donde uno ya no le dice Campi, sino simplemente Martín. Para algunos eso de los famosos implica un toque de color, pero ellos buscan lo que busca cualquier persona: armar un lindo lugar para vivir en familia, ser uno más en el barrio. Y me parece que lo consiguen. La gente los quiere y convive con ellos con mucha naturalidad.
-¿A vos te reconocen?
-Sí, siempre pasa que alguno te saluda. No al nivel de los artistas mencionados, ya que un periodista no tiene tanta repercusión. Pero al igual que a ellos, lo que a mí más me gusta es que me reconozcan como vecino.
-¿Qué es lo más te atrae del barrio?
-Que mis hijas hacen una vida parecida a la que hice yo: pueden caminar por la calle, van a espacios públicos… La existencia del Polideportivo con las últimas mejoras, la plaza Mafalda… Todo eso les da la posibilidad de circular. Tengo amigos que viven en otros lugares y no pueden hacerlo, ni sus hijos pueden ir de esquina a esquina en la bicicleta. Por supuesto que son otros tiempos: siempre deben estar en presencia de un adulto. Pero Colegiales también tiene eso de que incluso siempre hay algún vecino que esté mirando o cuidándolos. Esos son lazos que da el vínculo social, que no existen en un barrio privado.
¿Y lo que menos de gusta?
-Hay algunas cosas muy chiquititas corregir. Puntualmente, que la Mafalda esté puesta en valor más en función de la familia que de los perros. Y te lo digo yo, que me encantan las mascotas. Pero paradójicamente, hay un canil que no se utiliza, y mientras los perros andan por todos lados, los chicos están encerrados en el arenero. Un cuidador de plaza esto podría articularlo con mucha facilidad. Pero bueno, son detalles. Lo positivo es mucho más que lo negativo.
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